Actualizado 06/04/2007 19:37

El Salvador.- La Asamblea Legislativa restringe el acceso al Palacio Legislativo para evitar la presencia de infiltrados


SAN SALVADOR, 6 Abr. (EUROPA PRESS) -

La Junta Directiva de la Asamblea Legislativa salvadoreña ha acordado nuevas disposiciones para los visitantes al Palacio Legislativo con el objetivo de mantener el orden en las sesiones plenarias y evitar la presencia de "infiltrados".

Entre las principales medidas destaca no permitir el ingreso de invitados a la sexta y séptima plantas del edificio si no tienen audiencia con un directivo. Y en caso de tenerla, un colaborador del diputado deberá ir por el invitado al primer nivel.

Otra de las áreas restringidas serán los pasillos frente a las comisiones de trabajo. Ahora serán de uso exclusivo para periodistas y los comunicadores institucionales del Congreso. Cualquier otra persona deberá contar con autorización firmada por dos directivos.

Esos permisos serán tramitados por la Oficina de Comunicaciones de la Asamblea Legislativa. Esas mismas disposiciones aplican para al Salón Azul. Tampoco cualquier periodista podrá entrar al recinto, sólo los que cuenten con una acreditación especial.

El acuerdo fue consensuado por los cuatro partidos representados en la Junta Directiva, pero uno de los secretarios, el 'efemelenista' Gerson Martínez está en contra de que los niveles seis y siete sean de acceso restringido.

"Esto cierra las puertas a la ciudadanía. En la práctica le dice: 'No puede entrar'", opinó el diputado, quien dijo estar de acuerdo en que se ordene la entrada de invitados al recinto. A su juicio, no sería operativo que un colaborador deba bajar al primer nivel.

No obstante, su colega de ARENA, Norman Quijano, defiende la medida. "Llegan algunos del público solamente a ofender. Generalmente los trae el FMLN. También llegan ciertas personas con cámaras y no son periodistas", subrayó.

Quijano justificó la restricción a los pisos de los directivos al explicar que en ocasiones se han colado personas, incluso con desvaríos mentales, que han llegado a pedir dinero a cambio de dar la solución a los problemas de ordenamiento del centro de la ciudad.