LA HABANA, 10 Nov. (Notimérica) -

   Durante su último periodo de Gobierno, el presidente estadounidense, Barack Obama, fijó la vista en uno de sus vecinos, con quien llevaba sin mantener relaciones diplomáticas más de medio siglo: Cuba.

   La fotografía del mandatario norteamericano y su homólogo cubano, Raúl Castro, ya ha pasado a la historia, junto con la estampa del Air Force One aterrizando en La Habana con la familia Obama al completo. Imágenes que, con el nuevo inquilino de la Casa Blanca, podrían convertirse en meras representaciones de lo que pudo ser y no fue.

   Este martes, el candidato republicano Donald Trump se hacía con la Presidencia del país más poderoso del mundo, a pesar de que los sondeos no pronosticaban tal victoria.

   Su discurso proteccionista, agravado con comentarios xenófobos y machistas, caló en una población estadounidense que rechazó la continuidad de un Gobierno demócrata liderado por Hillary Clinton, quien perdió la oportunidad de convertirse en la primera presidenta de Estados Unidos.

   Con la comunidad internacional asimilando aún los resultados, los principales mandatarios ya reaccionaron públicamente a la elección felicitando a Trump, un hombre que a lo largo de su carrera hacia la Presidencia ha recibido contados apoyos internacionales.

   Entre sus detractores, resulta inevitable destacar el caso de dos jefes de Estado iberoamericanos: el presidente de México, Enrique Peña Nieto, y su homólogo cubano, Raúl Castro. Este último, en tono cordial, congratuló al magnate a través de un breve comunicado.

   "El presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba, Raúl Castro Ruz, envió un mensaje de felicitación al señor Donald J. Trump por su elección como presidente de Estados Unidos", reza la escueta carta, difundida desde la página web del Ministerio de Relaciones Exteriores.

   Un comunicado prudente que refleja la incertidumbre de lo que está por llegar en Cuba. Únicamente un día antes de los comicios norteamericanos, Trump elegía el estado de Florida, donde residen el 67 por ciento de los cubanos --según Pew Research Centre--, para su discurso. Esta maniobra no fue fortuita. Allí, el presidente electo prometió apoyar a la oposición venezolana y cubana en su "lucha contra la opresión". Al día siguiente, este martes 9 de noviembre, Trump se hacía con los 29 votos de Florida, clave para la victoria nacional.

   Pero, ¿cuál será entonces la posición del republicano sobre Cuba? ¿Se involucrará en los asuntos internos y/o facilitará la cooperación?

   "No parece que Trump vaya a dedicar mucho tiempo a Cuba", auguró el grupo de investigadores del Instituto de Estudios Latinoamericanos (IELAT) de la Universidad española de Alcalá, consultado por Notimérica.

   En las últimas décadas, América Latina y el Caribe han pasado a un segundo plano en la lista de prioridades de la Casa Blanca. Sin embargo, el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba, un paso impulsado por el presidente saliente, cambió esta tónica de actuación.

   Al respecto, debido al discurso racista de Trump, existe un temor generalizado a que el gigante norteamericano dé un giro en su estrategia bilateral.

   Cuba parece prepararse para esta posibilidad. Horas después de conocerse los resultados, el periódico oficial 'Granma' anunció cinco días de ejercicios militares en todo el país para prepararse ante "acciones del enemigo".

   No obstante, durante su primera fase de campaña, el mandatario electo apoyó las relaciones con la isla, aunque aseguró que él hubiera logrado "un mejor acuerdo".

   "Con Cuba hay un proceso que es difícil que se vaya hacia atrás, pero lo que puede pasar es que se congelen los avances", indicó la analista internacional de la Universidad de Santiago de Chile Lucía Damnert, al diario 'El Salvador'.

   Por su parte, el presidente emérito del Diálogo Interamericano, Peter Hakim, sustuvo una postura parecida a la de Damnert. Según Hakim, es "poco probable" que Trump dé marcha atrás en las políticas con Cuba, aunque sí que podría modificar las restricciones para lograr el "mejor acuerdo" que, aseguró, podría llevar a cabo.

   Con este panorama, el experto del Diálogo Interamericano pronosticó que la isla caminará con pies de plomo. "Proceda como proceda, el Gobierno cubano y la mayoría de cubanos serán probablemente más cautos y desconfiados de una administración Trump de lo que fueron con la de Obama", comentó.

   Una postura que no es de extrañar si se tienen en cuenta las promesas y discursos electorales del magnate.

   "Cancelaremos el acuerdo unilateral de Obama con Cuba hecho a través de orden ejecutiva si no conseguimos el trato que queremos y el acuerdo que se merece la gente que vive en Cuba y aquí, inclusive que proteja libertades políticas y religiosas", aseguró Trump en Miami apenas una semana antes de las elecciones, según reportó 'El Nuevo Herald'.

   A lo largo de su campaña, el nuevo presidente estadounidense se ha mostrado crítico con el Gobierno cubano, a pesar de que éste no ha sido el eje de sus mítines políticos. No obstante, los investigadores del IELAT consideran que su discurso sobre Cuba iba dirigido únicamente a aquellos que residen en el país norteamericano.

   "Cuando prometió en Florida apoyar a la oposición cubana lo que buscaba era el voto de esta comunidad. Él hablaba para los cubanos, sí, pero para aquellos residentes en Estados Unidos y con derecho a voto", aseveraron.

   Así, Cuba y Estados Unidos permanecerán expectantes ante el posible rumbo que puedan tener estas relaciones diplomáticas con un presidente con alma de empresario, que podría sobreponer así sus intereses económicos en la isla a cualquier otro proyecto político presente en su agenda gubernamental.

   Tanto si Trump decide continuar con el proceso que su predecesor comenzó, como si opta por congelar el deshielo o desandar los pasos de Obama, el mandatario podrá colocar con relativa facilidad sus planes en la Casa Blanca, gracias a la mayoría republicana que ocupa el Congreso y la Cámara de Representantes.