Actualizado 04/07/2009 17:37

Unidad ayuda a volátil Latinoamérica a manejar crisis

Por Frank Jack Daniel

CARACAS (Reuters/EP) - Cuando las tropas capturaron al izquierdista mandatario hondureño Manuel Zelaya en el amanecer del domingo pasado, evocaron una oscura época de golpes militares en Latinoamérica y pusieron a prueba el manejo regional de crisis.

Sin embargo la respuesta fue rápida. La Organización de Estados Americanos (OEA) condenó duramente el golpe y una decena de presidentes, incluyendo al mandatario conservador de México, Felipe Calderón, así como izquierdistas aliados de Zelaya, se reunieron en Nicaragua al día siguiente.

Los líderes emitieron un comunicado insistiendo en que Zelaya fuera restituido y varias naciones retiraron a sus embajadores de Honduras. Esta es la más reciente señal de la creciente capacidad de Latinoamérica para contener crisis que amenacen la democracia.

Los presidentes de Venezuela, México y Colombia no suelen estar de acuerdo en muchas cosas, pero cuando se han presentado problemas, se han inclinado más a buscar soluciones con o sin Estados Unidos, nación que descuidó la región durante el mandato de George W. Bush.

"El derrocamiento de Zelaya ha creado un consenso interamericano a favor de la democracia que demuestra cuánto ha avanzado la región desde el fin de la Guerra Fría", comentó Dan Erikson del Inter-American Dialogue de Washington.

En el último año, gobiernos desde Argentina a México convocaron de emergencia a cuerpos diplomáticos que antes no jugaron un rol importante, para calmar disturbios en Bolivia y disipar temores de guerra entre Colombia, Ecuador y Venezuela sin ayuda del árbitro tradicional de la región: Washington.

La emergente importancia de un bloque izquierdista encabezado por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y el deseo de socios más moderados de evitar que el líder se aproveche de las crisis podrían ayudar a explicar la renovada unidad diplomática.

En las primeras horas que siguieron el golpe en Honduras, Chávez puso a sus tropas en alerta y habló en términos que aumentaron la expectativa de una posible orden de acciones militares, lo que la diplomacia ha ayudado a aplacar.

La reacción podría haber sido más fría si se tratara de un presidente derechista capturado y expulsado del país.

"GRANDES CAMBIOS"

La firmeza de América Latina se explica en parte por el ascenso de presidentes izquierdistas, desde Chávez hasta el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, electos en oleadas de descontento popular por políticas económicas y comerciales respaldadas por Estados Unidos en la década de 1990.

El mexicano Calderón también ha contribuido con una política exterior que apunta a restablecer el peso diplomático tradicional de su país, que fue reducido por su predecesor Vicente Fox, cercano aliado de Bush.

"Durante los últimos siete años han habido grandes cambios en las relaciones entre Estados Unidos y Latinoamérica, con la amplia mayoría de la región acostumbrándose a adoptar una posición de común acuerdo independientemente de Estados Unidos", precisó Mark Weisbrot del comité de expertos con base en Washington, CEPR.

A pesar de eso, las relaciones con Estados Unidos siguen siendo importantes. El país se abastece del petróleo venezolano y la condena de la Casa Blanca al golpe en Honduras es clave para las esperanzas regionales de que Zelaya sea restituido en el poder.

La crisis está lejos de ser resuelta y el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, viajó el viernes a Honduras para insistir que el gobierno interino dimita.

Sin embargo la postura inequívoca de América Latina permitió al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, mostrar que volteó la página a la era Bush, cuando Washington acogió un golpe que en el 2002 derrocó brevemente a Chávez.

Obama condenó el golpe y prometió trabajar junto a la OEA para conseguir que Zelaya vuelva a su cargo, pese a que difícilmente será un aliado para su país dada su inclinación hacia el ámbito de influencia de Chávez y su tendenciosa maniobra para extender los límites de su período presidencial.

"Esto da a Washington la oportunidad perfecta para hacer un regreso de alto perfil a una política latinoamericana activa, esta vez del lado del hemisferio, más que como su adversario", dijo Larry Birns, del Council on Hemispheric Affairs, centro de investigación política independiente.

CONFIANZA LATINOAMERICANA

Líderes como Chávez y Lula difieren sobre el manejo económico y su relación con Washington, pero han revivido aspiraciones de fortalecer a la región con un mayor comercio interno y la construcción de nuevas instituciones, como bancos de préstamo regionales.

La coalición Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) integrada por nueve países y liderada por Chávez, es el bloque más izquierdista en la región y en cinco años desde su concepción ha pasado a jugar un rol en las acciones de política exterior de la región.

La presión de ALBA fue percibida ampliamente como clave para levantar la prohibición que impedía a Cuba participar en la OEA. El grupo, al cual Honduras se unió hace poco, fue el primero y más enfático en condenar el derrocamiento de Zelaya.

Críticos de Chávez y sus aliados argumentan que el hemisferio debería ser igualmente claro en su respuesta al líder venezolano, quien acosa a opositores electos este año y amenaza con cerrar un canal opositor de televisión.

"La calidad de la democracia en Latinoamérica continúa siendo un tema altamente polémico, con evidentes tendencias autoritarias en varios de los gobiernos electos en la región", precisó Erikson.