Actualizado 26/11/2016 07:29

En varios pueblos mexicanos no existe el voto femenino

Mujeres mexicanas
PIXABAY

   CIUDAD DE MÉXICO, 26 Nov. (Notimérica) -

   Aunque la ley mexicana recoge el sufragio universal desde hace más de 61 años, la práctica es muy diferente a la teoría. Existen muchas localidades en este país, sobre todo rurales, en que el voto femenino no existe. Las barreras son claras: los hombres no aceptan que participen en la toma de decisiones de su comunidad y, en muchas ocasiones, son ellas mismas las que no se sienten preparadas para la participación política.

   El mayor reto para lograr el voto femenino efectivo en el país se encuentra en el Estado de Oaxaca, al sur del país. Es este distrito, el 35 por ciento de la población se rige por el llamado 'Sistema Normativo Interno', es decir, una forma de autogobierno basado principalmente en usos y costumbres.

   Uno de estos territorios con ley propia es San Pablo Cuatro Venados, un pueblo del Estado de Oaxaca de unos 1.200 habitantes. En esta localidad no hay nada más que un centro de salud básico, una tienda comunitaria, una Iglesia, un colegio y un Ayuntamiento. Se encuentra situado a unos 30 kilómetros de la capital del Distrito, distancia que se tarda en recorrer más de una hora.

   La situación de las mujeres en este pueblo es muy según la generación en la que se ponga el foco. Amalia Gómez, una mujer de 53 años originaria de San Pablo ha asegurado, según informa 'BBC Mundo' que el hecho de que las mujeres no tengan derecho efectivo al sufragio "es la tradición y para eso hay que prepararse, hay que saber mucho (para ser alcalde), no es ir y ya. Eso es para los hombres, para que ellos se encarguen".

   Pero la situación es bien distinta vista desde los ojos de Rosa, una mujer de 18 años del mismo pueblo de Amaya, que sostiene que "tenemos los mismos derechos los hombres y las mujeres, me gustaría que fuera distinto y que nos dejaran participar. (...) Me gustaría ser presidenta municipal, para arreglar las cosas, empezando por los caminos".

   Pero no son siempre los hombres la única barrera para el avance femenino en estas comunidades, muchas veces son las propias mujeres las que, condicionadas por su cultura y su tradición, declinan participar en programas políticos porque no creen poder compaginarlo 'sus tareas'.

   Carolina, una mujer de 49 años que vive en Teotitlán del Valle, un pueblo a 30 kilómetros del sur de Oaxaca ha asegurado que "no solo no estamos preparadas. (...) ¿Y si las reuniones del cabildo terminan a las 2 de la mañana, cómo vamos a estar ahí? Una mujer no puede volver a su casa a esa hora, ¿qué va a decir su marido? Tiene la obligación de ocuparse del hogar".

   Edith Hernández, de 36 años, y también originaria de este pueblo, opina de manera muy diferente. Ha afirmado que durante la última asamblea municipal, los hombres mantuvieron que ellas no iban a votar y que no deberían estar en ese tipo de actos porque "si ocasionaban el 90 por ciento de los accidentes de tránsito, cómo iban a estar en el cabildo".

   Edith afirma que no quiere hacer un drama de esta circunstancia, pero que "sí nos sentimos discriminadas porque cuando queremos tener voz y voto y opinar acerca de algo nos dicen 'es que las mujeres no saben' o 'las mujeres nada más saben hacer tortilla'".

   También desea para sus dos hijas un futuro diferente al suyo y que "no se queden estancadas" en el mismo pueblo que ella con esos "usos y costumbres". Según esta mujer, la clave está en darles estudios a sus hijas, para que sean ellas mismas las que luchen por sus derechos como ciudadanas.

NO A LA IMPOSICIÓN

   La clave para terminar con estas circunstancias discriminatorias que rigen la vida de muchas comunidades mexicanas no pasa por la imposición, según los expertos, sino por escuchar los argumentos de estas personas y aplicar pedagogía.

   Una consejera del Instituto Estatal Electoral y Participación Ciudadana de Oaxaca (Ieepco) Rita Bel López Vences ha explicado que "nos toca hacer un trabajo de sensibilización, jamás de imposición ni de decirles que ellos están mal, es probable que funcione su sistema sin que las mujeres estén pero también las mujeres quieren participar".

   El Ieepco se encarga de llevar a cabo campañas y visitas a estas comunidades ancladas a viejas costumbres para dar herramientas a las mujeres con el fin de que luchen por alcanzar una mayor participación política. También cuenta con la prerrogativa de anular unas elecciones municipales si tiene constancia de que no se ha dejado participar a las mujeres.

   Gracias a la actuación de este organismo algunas poblaciones del Distrito de Oaxaca están otorgando un mayor poder participativo a la mujer, como es el caso de Santa María Ixcatlán, un municipio al norte del Estado en el que, el pasado mes de octubre, una mujer ha sido incluida por primera vez en su Cabildo.