Actualizado 11/06/2009 05:03

Víctimas abusos de Iglesia se manifiestan en Irlanda

Por Andras Gergely

DUBLIN (Reuters/EP) - Obispos irlandeses dijeron que están "avergonzados, humillados y arrepentidos" por el generalizado abuso de niños en escuelas administradas por órdenes católicas, después de que las víctimas marcharan el miércoles en silencio hacia el Parlamento para pedir justicia.

Las revelaciones sobre golpizas, trabajos forzados y violaciones en grupo en el ahora difunto sistema de escuelas profesionales y reformatorios avergonzaron al pueblo irlandés, particularmente a los de mayor edad que no lucharon contra lo que, según un informe del mes pasado, fueron abusos generalizados.

"Crímenes atroces fueron perpetrados en contra de los más inocentes y vulnerables, actos horribles con efectos de por vida fueron realizados bajo la apariencia de la misión de Jesucristo", expresó la Conferencia de Obispos irlandeses a través de un comunicado.

Los líderes de la Iglesia Católica en Irlanda se reunieron el viernes con el Papa Benedicto XVI y el Santo Padre les dijo que se aseguraran que se hiciera justicia para todos "para traer sanación a los sobrevivientes del abuso" y evitar que el abuso vuelva a ocurrir, informaron los obispos.

El comunicado fue emitido horas después de que cientos de supervivientes de violaciones y castigos sistemáticos en colegios católicos marcharon en silencio hasta el Parlamento irlandés el miércoles, llevando consigo zapatos infantiles y lazos blancos que simbolizan su juventud perdida.

Las víctimas fueron acompañadas por otros miles de manifestantes.

"Fue como estar en una cárcel y cuando sales no hablas de ello", dijo Marina Permaul, de 66 años, quien fue criada con un "estilo militar" por monjas en el condado occidental de Galway.

"No hablas de ello ni siquiera con tus hijos", agregó Permaul, quien llegó desde Londres para asistir a la marcha. "Estás demasiado avergonzado de todo ello, y en cualquier caso ¿te iban a creer? No te atreves a levantar la voz contra una orden religiosa", añadió.

COMPENSACION

Los organizadores de la marcha, que se organizó para que coincidiera con una discusión de legisladores sobre el informe, han expresado su molestia ante la postergación del debate para permitir al Parlamento evaluar una moción de censura al Gobierno.

"Realmente pone énfasis de nuevo en que el Estado no ha comprendido realmente ni una pizca de lo que pasaron 165.000 niños en 216 instituciones", dijo Christine Buckley, una de las afectadas.

La investigación, encabezada por el juez de la Corte Suprema Sean Ryan, criticó a las autoridades religiosas por encubrir los delitos y al Departamento de Educación por cooperar con el silencio. Señaló además que los niños fueron víctimas de padres adoptivos, trabajadores voluntarios y empleadores.

El informe no identificó a los abusadores después de una demanda legal exitosa por parte de los Hermanos Cristianos, que fueron los principales proveedores de apoyo residencial infantil en Irlanda.

Una serie de escándalos en los que se han visto implicados sacerdotes han desplazado a la Iglesia Católica desde su preeminente posición en la sociedad irlandesa, pero hay decepción porque muchos hayan evitado la cárcel.

Las órdenes religiosas citadas en el texto se han visto presionadas para que paguen una mayor compensación a las víctimas. Un acuerdo en el 2002 limitó su contribución a un fondo de desagravio de 127 millones de euros (177 millones de dólares).

La cifra total se prevé que exceda los 1.000 millones de euros.

Buckley dijo que el fondo de compensación fue un fracaso, que se revisarán esas adjudicaciones y que se creará un fondo fiduciario.

"Toda la idea de un comité de compensación fue otra forma de abuso institucional. Es silencioso, a puerta cerrada y hay un castigo si revelas tu compensación", indicó.

En Estados Unidos, la arquidiócesis de Los Angeles acordó pagar 660 millones de dólares (unos 473 millones de euros) a 500 víctimas en la mayor compensación de estas características.

(Con información adicional de Carmel Crimmins. Traducido en la Redacción de Madrid; Editado por Ricardo Figueroa)