Publicado 18/08/2015 14:59

La aldea indígena de Brasil que multiplicó la producción de yuca al 370%

   SAO PAULO, 18 Ago. (Notimérica) -

   La yuca, o madioca, es un producto tradicional brasileño que ha sobrevivido a lo largo de los años y es, actualmente, la base alimenticia para más de 800 millones de personas en todo el mundo. En América Latina, el cultivo de este tubérculo es uno de los más importantes para los indígenas.

   Brasil es el cuarto país del mundo en lo que a producción de Yuca se refiere, llegando a producir 21,2 millones de toneladas en el año 2013, según Banco Mundial. El cultivo de Yuca es, de hecho, la base de la economía de muchas personas en ciertas zonas del país.

   Es el caso de los indígenas terena, los habitantes de la aldea Ekeruá, situada a unos 370 kilómetros de São Paulo. El cultivo de yuca suponía, hasta hace unos años, unos duros hábitos de trabajo para estos indígenas, en una plantación que dependía de pesticidas y fertilizantes químicos y que solo daba trabajo a cinco personas, reportando escasos beneficios.

   Sin embargo, un proyecto llevado a cabo por el Banco Mundial, el Gobierno federal y Gobierno del estado de São Paulo, en colaboración con una universidad privada, supuso un cambio significativo en las condiciones laborales de los terena.

   Se trata de un proyecto que ha tenido como resultado un aumento en la producción de yuca y un importante progreso en cuestión de medio ambiente, y que permitió a 22.000 familias de São Paulo, dedicadas a la agricultura, acceder a nuevos mercados.

   La primera medida llevada a cabo fue la adopción de la amarelinha, una nueva variedad de raíz no transgénica cuyas características suponen un mayor rendimiento y una mayor resistencia a plagas.

   Gracias a esta medida, la producción aumentó en 370%. Un incremento que supuso un estímulo para que los agricultores cultivaran sus propias tierras: "Trabajamos para nosotros mismos y nos regresamos a vivir de acuerdo a nuestra cultura", cuenta el coordinador de la producción, Lourenço de Camilo.

   Por otra parte, en beneficio del medio ambiente, se rescataron técnicas de cultivo tradicionales, comenzaron a utilizarse nuevos fertilizantes orgánicos y a reutilizarse la cáscara de yuca. Además, y sin recurrir a la deforestación, la extensión de superficie cultivada aumentó considerablemente, de 24 a 100 hectáreas en cuestión de tres años.

   Con el objetivo de no depender únicamente de la yuca, los indígenas brasileños están probando otros tipos de cultivos, como el aloe o el caucho, y tienen previsto crear otros productos derivados del tubérculo, como la harina de yuca.

   Además, entre sus planes está adquirir tecnología que les permita hacerse cargo del proceso de producción posterior al cultivo, consistente en pelar, cocinar y envasar la raíz al vacío. Un proceso realizado, a día de hoy, por una cooperativa.

   El éxito del proyecto de los terena, supone cierta esperanza para otros pueblos indígenas que no han tenido la oportunidad de salir de las preocupantes cifras de pobreza: en 2010, un 83% de los indígenas brasileños todavía ganaban por debajo del salario mínimo o no contaban con ningún ingreso.

   Con el objetivo de dejar atrás estos datos, el Banco Mundial ya ha iniciado otras iniciativas en otras poblaciones de Latinoamérica, que se suman al proyecto de los terena.