Actualizado 21/06/2009 15:30

Ayúdennos o cultivaremos opio, dicen residentes afganos

Por Jonathon Burch

TALBOZANG, Afganistán (Reuters/EP) - Abdul Wadud, de 50 años, caminó durante dos horas por las remotas montañas del norte de Afganistán para escuchar a un policía prometer más ayuda a aquellos que rechazan el cultivo de amapolas.

Wadud no cultiva opio. Pero si no consigue dinero pronto, lo hará.

"El Gobierno nos dijo varias veces que nos ayudaría y no lo hizo", dijo el hombre, descalzo y en cuclillas sobre el suelo, explicando que alimenta a una familia de 15 personas trabajando ocasionalmente como jornalero.

"Si el Gobierno o las organizaciones de asistencia no nos ayudan, sí, tendremos que comenzar a cultivar opio", sostuvo.

Wadud y unos 30 líderes de la aldea de la zona se habían reunido sobre una ladera de una colina en lo profundo de las montañas Hindu Kush, para asistir a una "shura", o reunión local, organizada por las autoridades provinciales para disuadir a los hombres del cultivo de opio.

Su provincia Badakhshan, en el remoto norte de Afganistán, ha sido un escaparate para los esfuerzos del Gobierno por combatir el comercio de drogas, que representa casi toda la heroína del mundo.

Hasta el 2006 Badakhshan era una de las principales zonas de cultivo de opio en Afganistán, produciendo el segundo mayor cultivo para todo el país.

Pero el año pasado su producción cayó en un 95 por ciento, a sólo 200 hectáreas cultivadas y está cerca de ser declarada 'libre de amapolas' por Naciones Unidas, que considera que el éxito en el lugar fue gracias a campañas de información y los programas de erradicación del Gobierno.

Sin embargo, la ONU que las mejoras del año pasado podrían no resistir sin más ayuda para los granjeros pobres.

"Badakhshan podrían recaer en el cultivo del opio si el Gobierno no cumple sus promesas a los granjeros de actividades de desarrollo alternativo", dijo la agencia de drogas de la ONU en su informe estadístico sobre el opio de agosto pasado.

"DESGRACIA"

Sayed Musqin Wafaqish, un comandante de policía enviado desde Kabul para dirigir los esfuerzos anti-narcóticos en la zona, dijo a los hombres barbudos sentados en alfombras plásticas que la ayuda va a llegar, en la medida en que no vuelvan al cultivo de opio.

"Sabemos que son pobres y porque son pobres quieren cultivar amapola. Es malo para Afganistán. Es una desgracia. Le da a Afganistán mala fama. Les prometo que en el futuro cercano recibirán algo de ayuda. Su aldea está entre las prioridades", dijo el comandante.

A pesar de una caída marginal en la producción, Afganistán todavía producía el año pasado más del 90 por ciento del opio del mundo, una espesa pasta que se extrae de las amapolas y es procesada para producir la heroína. Pero las cifras totales esconden las amplias variaciones de provincia a provincia.

Como resultado de las mejoras en las zonas bajo el control del Gobierno en los últimos años, la mayor parte de la producción ahora está concentrada en las provincias del sur como Helmand, zonas parcial o totalmente controladas por militantes talibanes.

Los combatientes usan el tráfico para financiar su insurgencia, y también engendrar en el Gobierno una corrosiva corrupción. La secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, dijo que este año Afganistán corría peligro de convertirse en un "narco-estado".

El Gobierno y sus aliados de Occidente dicen que la caída en la producción en las provincias del norte bajo su control, como Badakhshan, es un signo de que pueden luchar contra las drogas en las zonas que controlan.

Los funcionarios anti-narcóticos afganos promueven proyectos de "desarrollo alternativo", como el suministro de semillas de trigo a los granjeros. Pero los lugareños de la shura dicen que todavía no han visto los beneficios.

Sayed Amir, un anciano de 60 años de la aldea de Talbozang, sacudió su cabeza cuando se le preguntó si había recibido ayuda alguna de parte del Gobierno.

"No, no, no. Nunca", dijo. "El Gobierno nos prometió semillas pero nunca las recibimos", añadió.

Los funcionarios del pacífico norte dicen que han recibido mucha menos ayuda internacional que en el violento sur, donde los donantes gastan dinero para ganarse a la gente en detrimento de los insurgentes.

"Escuchamos en las transmisiones de radio que la comunidad internacional está ayudando a nuestro país. ¿Dónde está la ayuda?", dijo Sayed Ayub, líder del consejo de desarrollo de Talbozang, ante la mirada de los funcionarios del Ejército y de Estados Unidos que se presentaron en la shura.

"Estamos listos para cualquier cooperación con el Gobierno. Si el Gobierno nos pide que no cultivemos amapola, ellos deberían ayudarnos", añadió.