Publicado 04/12/2019 15:13

Bolivia.- Migrantes venezolanos en Bolivia viven "con miedo" la crisis política en el país andino

Luis Guillermo Naranjo, un venezolano refugiado en Bolivia y que ahora regenta un restaurante en La Paz
Luis Guillermo Naranjo, un venezolano refugiado en Bolivia y que ahora regenta un restaurante en La Paz - EUROPA PRESS - Archivo

Denuncian algunos casos de xenofobia y confían en que los cambios registrados mejoren su situación

LA PAZ, 4 Dic. (EUROPA PRESS) -

Miles de venezolanos que residen en Bolivia han vivido en una suerte de 'deja vu' en las últimas semanas. Salieron de su país huyendo de la inestabilidad política y han vuelto a vivir una crisis social multidimensional en el lugar donde decidieron establecerse.

"Nos ha dado miedo otra vez. Recordamos muchas cosas de las protestas venezolanas. Teníamos temor a que la situación aquí degenerase como en nuestro país", reconoce Luis Guillermo Naranjo, un doctor venezolano, que lleva dos años y medio viviendo en Bolivia.

"Muchas personas han comenzado a mirar opciones de migrar a otro país. Pero es que Sudamérica está ahorita en una convulsión extraña. En casi todos los países hay problemas políticos y sociales. Tienen situación de saqueos y de inestabilidad. No saben qué hacer", comenta el doctor, que abrió un restaurante en La Paz, junto a otro venezolano, una semana antes de las fallidas elecciones del 20 de octubre y, por ende, del inicio de la crisis boliviana.

No fue el mejor momento para hacerlo. "Mucha gente ha estado sin trabajar mucho tiempo, ya que muchos negocios no abrieron, y sus empleos se quedaron en el aire. Muchos han tenido que dejar su trabajo porque los patrones dijeron que no tenían cómo pagarles", lamenta el ahora empresario.

"Han sido días muy angustiantes, al no saber en qué terminaría la situación en Bolivia. Como nosotros hemos pasado por eso, sabíamos lo que podía ocurrir", confiesa Hans Gutiérrez, un migrante venezolano residente, desde hace tres años y medio, en la ciudad oriental de Santa Cruz, que estuvo bloqueada durante tres semanas por manifestantes contrarios al ex presidente Evo Morales.

"Para muchos ha sido duro no poder trabajar, pero otros aprovecharon los días de paro e hicieron su platita vendiendo empanadas, dulces, etc. Los venezolanos son echados para adelante y se las ingenian", destaca Gutiérrez.

Bolivia no había sido, hasta ahora, un destino atractivo para los venezolanos que dejan su país huyendo de la crisis política, de la escasez de medicinas, de la hiperinflación y de la delincuencia.

LLEGADA CRECIENTE DE VENEZOLANOS

La diferencia de clima, de costumbres, la humilde economía boliviana y los costosos trámites para conseguir un permiso de trabajo, hacían más atractivos otros destinos. Pero su llegada al país andino ha aumentado drásticamente en 2019, al mismo tiempo que los vecinos Perú y Chile adoptaban requisitos más duros a la entrada de venezolanos.

Mientras que el flujo de ciudadanos del país caribeño a Perú, que alberga a 800.000 personas nacidas en Venezuela, se reducía un 90 por ciento a partir de junio, con la entrada en vigor de los nuevos reglamentos, su llegada a Bolivia se duplicaba.

Muchos, eso sí, cruzan en tránsito a otros países como Paraguay, Uruguay o Argentina. Desde enero de 2019 hasta el inicio de la crisis entraron en Bolivia unos 15.300 venezolanos. Salieron unos 13.200, permaneciendo en el país unas 2.100 personas.

"Bolivia es un gran país, con un potencial enorme y de una calidad humana extraordinaria. Salí de Venezuela con dolor, por alejarme de mis seres queridos. La extraño mucho, y quiero que se restablezcan la democracia y la libertad a plenitud, pero estoy muy agradecida a Bolivia y a su gente", dice María Molina, coordinadora de la Coalición Internacional venezolana para el país andino.

EN EL PUNTO DE MIRA

Pero, en la convulsionada Bolivia, parte de los ciudadanos del país caribeño estuvieron y están en el punto de mira de las antiguas autoridades, y también de las nuevas.

Amnistía Internacional llegó a instar, el pasado marzo, a las autoridades del Gobierno de Evo Morales a "poner fin a la persecución y la deportación arbitraria de personas refugiadas venezolanas" después de que al menos seis personas fueran deportadas ese mes, tras participar en una manifestación frente a la Embajada cubana, denunciando la injerencia de La Habana en política venezolana.

El líder indígena renunció a la presidencia el pasado 10 de noviembre, después de que la Policía y el Ejército le invitasen a dimitir, y se exilió en México dos días después. Fue sustituido el pasado 12 de noviembre por el Gobierno interino de la conservadora Jeanine Áñez, que también ha puesto a los venezolanos en el punto de mira.

El nuevo Ejecutivo rompió relaciones con el presidente Nicolás Maduro apenas tres días después de acceder al poder, y reclamó la salida de Bolivia de todo el personal diplomático.

Al menos nueve venezolanos fueron detenidos, en esos días, tras haber sido sorprendidos supuestamente intentando cruzar la frontera hacia Brasil en posesión de armas. Fueron acusados de "sedición" por haber participado presuntamente en disturbios que causaron dos muertos por impacto de bala en la ciudad de Montero, al principio de la crisis.

Unos 300 ciudadanos venezolanos y cubanos han sido expulsados del país desde el 12 de noviembre. Las autoridades interinas consideran que no estaban en Bolivia por turismo ni por motivos de trabajo. Algunos han sido acusados de espolear las protestas contra Áñez realizando supuestos pagos a los manifestantes.

XENOFOBIA HACIA VENEZOLANOS

Para los venezolanos residentes en el país andino fue difícil abstraerse de la crisis boliviana. "Con esto de que agarraron cubanos y venezolanos en las marchas, también hubo un poco de xenofobia. Eso replicó en la confianza de los patrones hacia los venezolanos que tenían contratados en sus empresas. Ha sido duro", admite el doctor Naranjo.

"Hasta los muchachos recién llegados, que estaban en la calle, se iban. Preferían agarrar y conseguir plata para irse a Paraguay u otros lugares donde no haya conflictos, por el mismo miedo de volver a situaciones que ya conocemos muy bien", añade.

La crisis boliviana ha dejado, al menos, 33 muertos y cerca de 800 heridos desde el 20 de octubre. El Gobierno interino y los congresistas del Movimiento al Socialismo (MAS) de Morales pactaron a finales de noviembre la celebración de nuevas elecciones a principios de 2020 sin la participación del líder indígena.

"No sabemos qué va a pasar a ciencia cierta. Esperamos que haya cambios en la Embajada, y que haya más ayuda para venezolanos con necesidades. Y también que se hable con el Gobierno boliviano para que bajen un poco el costo de los trámites para trabajar", señala Gutiérrez.

La presidenta interina Áñez instó, a mediados de noviembre, al líder opositor venezolano, Juan Guaidó, a nombrar nuevos diplomáticos en la embajada del país caribeño en La Paz, pero hasta ahora no se han producido designaciones.