Actualizado 14/12/2009 22:15

Brasil.- El proyecto de Lula para la explotación de Porto Velho choca con sus aspiraciones ecológicas


PORTO VELHO, 14 Dic. (Reuters/EP) -

El macro proyecto que el Gobierno del brasileño Luiz Inácio Lula da Silva planea para la región amazónica de Porto Velho, valorado en 30.000 millones de dólares (20.481 millones de euros) y que supondrá un impulso al desarrollo económico y energético del país entre en conflicto con la lucha medio ambiental que el propio Lula abandera en la Conferencia de Copenhague.

En los próximos años se construirán represas, carreteras, gasoductos y redes de energía valoradas en más de 30.000 millones de dólares, para aprovechar las abundantes materias primas de la región y transportar sus productos agrícolas.

El buque insignia de este proyecto es la represa de San Antonio sobre el río Madeira, uno de los afluyentes del Amazonas. Con un coste total de 7.000 millones de dólares (4.777 millones de euros) abrirá el camino para una ruta comercial entre los océanos Pacífico y Atlántico, al hacer navegable una parte mayor del río, que se pondrá en marcha en 2011.

Se trata del mayor plan de desarrollo impulsado por Brasil desde la dictadura militar en el que trabajan cerca de 10.000 personas, por lo que el Gobierno lo considera "imprescindible" para mejorar la vida de los 25 millones de habitantes de la región, que se encuentran entre los más pobre de todo el país.

El Gobierno carioca quiere garantizar el suministro de energía y crear la infraestructura adecuada para dar cobertura a la Copa Mundial de Fútbol de 2014 y a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro de 2016, que impulsarán un crecimiento anual de entre el 5 al 6 por ciento en los próximos años.

Sin embargo, los críticos aseguran que dicho proyecto lastra las aspiraciones de Brasil como líder regional en la lucha contra el cambio climático y proporciona una visión contradictoria de las políticas emprendidas por el Gobierno de Lula.

"Hablan de reducir la deforestación y aumentar los controles, pero invierten en estos mega proyectos. La retórica no se adecua completamente con la realidad", dijo Israel Vale, director del grupo ambientalista Kaninde en Porto Velho, capital de Rondonia.

En este sentido, los más escépticos afirman que no todos los proyectos tienen sentido desde el punto de vista económico y que hay muchas medidas para ahorrar energía que no han sido exploradas, como cambiar de calentadores de agua eléctricos a solares.

El presidente Lula ha reconocido la importancia de enfrentar el cambio climático y la enorme contribución que tiene la destrucción de la selva en las emisiones de carbono. Así, el mandatario se ha comprometido a reducir la deforestación amazónica en un 80 por ciento y a disminuir en un 40 por ciento las emisiones de gases de efecto invernadero para 2020.

Sin embargo, ha respaldado reiteradamente proyectos de infraestructura en la Amazonia y critica a extranjeros que dice que quieren preservar la selva como un parque, ignorando las necesidades de sus habitantes.

"Que no venga ningún 'gringo' a pedirnos mantener un amazónico muriendo de hambre bajo un árbol", dijo Lula en la ciudad amazónica de Manaos en noviembre.

El presidente afirma que el país necesita de más ayuda financiera internacional para el desarrollo sostenible en la región, algo que reafirmará en Copenhague.

REPERCUSIÓN LOCAL

Los habitantes de Porto Velho permanecen ajenos a las reivindicaciones ambientales y, pese a que serían los primeros damnificados por el deterioro de la región amazónica, defienden la importancia de estos proyectos que generan trabajo y riqueza en una zona empobrecida.

Santo Antonio Energía, el consorcio que construye y que gestionará la represa --formado por empresas brasileñas de energía y construcción, un fondo de pensiones, y por bancos domésticos y extranjeros-- ha facilitado empleo a muchos vecinos del municipio.

"La gente que quiere proteger la selva nunca ha pasado hambre ni carencias", señala Antonia Meyrilen, una madre de 27 años que se prepara para ser carpintera.

Santo Antonio Energía ha donado millones de dólares para proyectos filantrópicos, incluyendo la compra de pizarras y ordenadores para escuelas, el rescate de una vieja línea ferroviaria y la instalación de un sistema de alcantarillado en Porto Velho.

Sin embargo, cuando acabe la construcción de la represa, se acabarán la mayoría de los trabajos vinculados con el proyecto y los beneficios financieros se limitarán al pago de impuestos al erario público, aumentando el riesgo de que el auge nuevamente se convierta en caída.

Para Porto Velho los ciclos de auge y caída económica no son algo nuevo, ya que previamente sufrió un gran desarrollo como consecuencia de la explotación del caucho, el oro y la madera.

El poblado de Jaci-Paraná, a medio camino entre San Antonio y una segunda represa de tamaño similar que se construye río arriba en el río Madeira, ha sido uno de los más afectados por estos altibajos económicos, demostrando que la riqueza no siempre es sinónimo de progreso.

"Nuestro pueblo ha sido dado la vuelta. El precio de la tierra se triplicó en unos pocos meses, todo es caro, algunos ganan, otros pierden", afirmó Irene Nascimento, de 47 años, que administra un bar y tienda de artículos de primera necesidad.

En este sentido, el director de desarrollo sostenible de la constructora aseguró que "si los residentes aquí no se mantienen alerta y definen las políticas públicas que quieren, no obtendrán mucho de esto".