Actualizado 31/03/2017 02:47

Uno de cada cinco niños de América Latina y el Caribe es pobre

   MADRID, 20 Nov. (Notimérica) -

   El Día Universal del Niño, que se conmemora cada 20 de noviembre, supone la celebración de los avances conseguidos en materia política y social en relación a los niños, pero también supone el planteamiento de una serie de retos que se centren en sus necesidades y, sobre todo, en sus derechos.

   Basta leer el primer principio de la 'Declaración de los Derechos del Niño' publicado por las Naciones Unidas en 1959 para determinar la necesidad existente en gran parte de los países iberoamericanos de aplicar el resto de principios.

   "Los derechos de los niños serán reconocidos a todos sin excepción alguna ni distinción o discriminación por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, origen nacional o social, posición económica, nacimiento u otra condición, ya sea del propio niño o de su familia", añade el texto comentado.

   Lo cierto es que, a pesar de que haya pasado más de medio siglo, este escrito continúa siendo más una declaración de principios que una práctica general. A pesar de que la primera declaración no tuviera legalmente un carácter vinculante, la Convención sobre los Derechos del Niño --creada tal día como hoy en 1989-- tampoco se atañe a sus 54 artículos de manera real.

   A pesar de que, según Unicef, sea el tratado internacional más ratificado de la historia, la conmemoración de este día refleja las necesidades de muchos niños que no gozan de sus derechos fundamentales, con independencia del lugar del mundo en el que hayan nacido.

POBREZA, FACTOR PRINCIPAL

   La pobreza que afecta a los niños, niñas y adolescentes de América Latina y el Caribe es uno de los principales desafíos que enfrenta la región debido a que las políticas de los países parten con frecuencia de supuestos falsos y no están enfocados de forma correcta en función de la Convención realizada en 1989.

   Según un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) titulado 'Pobreza infantil en América Latina y el Caribe', "un niño es pobre cuando no puede ejercer cualquiera de sus derechos, aunque solo sea uno".

   Teniendo en cuenta que América Latina y el Caribe es una de las regiones más desiguales del mundo debido a las diferencias estructurales de cada país, no resulta increíble que uno de cada cinco niños se encuentren en situaciones de extrema pobreza, esto es, más de 32 millones de menores de edad.

SIN CAMBIOS

    Aunque desde el inicio de este siglo la situación ha ido evolucionando favorablemente, los cambios no han sido suficientes para establecer un nuevo marco teórico. Los resultados son visibles: la pobreza infantil afecta a casi 81 millones de niños menores de 18 años.

   La falta de acceso al agua potable o a sistemas de saneamiento, la desnutrición global o crónica grave, la falta de acceso a los sistemas de comunicación e información y, en especial, al sistema educativo son algunos de los factores que les privan del disfrute de sus Derechos Humanos.

   Además, la heterogeneidad de realidades infantiles difiere mucho de un país a otro. Brasil, México y Perú son los países que acogen a un mayor número de menores en situación de pobreza extrema, mientras que Bolivia, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua extienden mayores porcentajes de pobreza infantil total.

   Generalmente, las situaciones de escasez más graves se dan en las zonas rurales, donde tres de cada cuatro niños viven en pobreza frente a las zonas urbanas. Allí solo uno de cada tres se encuentra en esta situación. Por tanto, más de 20 millones de niños que habitan en las zonas rurales superan a los cerca de nueve millones infantes urbanitas.

   En el interior de las zonas más afectadas, destacan las etnias indígenas y afrodescendientes, quienes encuentran, si cabe, mayores dificultades de acceso a la educación y, por tanto al mercado de trabajo. Por ello, aislamiento en estos lugares se refuerza la situación de exclusión con vistas al futuro.

   Según los datos aportados por la organización, uno de cada tres niños indígenas y afrodescendientes viven en entornos de extrema pobreza: nueve de cada diez son pobres y seis de cada diez son extremadamente pobres.

   Como consecuencia de este germen social, la CEPAL añade la privación de otros derechos fundamentales y necesidades básicas, por ello la lucha contra la pobreza infantil necesita no solo enfoques de actuación nacional, sino que debe exigirse también a nivel regional.

   De esta forma, el Día Mundial del Niño tendría que celebrarse junto a la implementación de distintas políticas de estado que propongan una conmemoración fundamentada, en lugar de suponer un día más en el calendario en el que se realizan estudios sobre la desigualdad entre los más pequeños.