Actualizado 16/10/2016 08:45

Cambio climático, agricultura y la seguridad alimentaria en Iberoamérica

Alimentacion
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   MADRID, 16 Oct. (Notimérica) -

   La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) celebra este domingo el Día Mundial de la Alimentación bajo el lema 'El clima está cambiando. La alimentación y la agricultura también', con el fin de hacer un llamamiento a los países para abordar la alimentación y la agricultura en sus planes de acción climática e invertir más en desarrollo rural.

   De acuerdo al organismo, "uno de los mayores problemas relacionados con el cambio climático es la seguridad alimentaria", siendo los países y sectores menos desarrollados --como los campesinos y los agricultores-- los más afectados por las altas temperaturas y el aumento de la frecuencia de desastres relacionados con el clima.

   Se prevé que para el año 2050 la población total alcance los 9.600 millones de personas, por lo que los sistemas agrícolas y alimentarios tendrán que adaptarse a los efectos adversos del cambio climático y hacerse más resilientes, productivos y sostenibles para poder hacer frente a un aumento considerable de la demanda. En este sentido, la FAO estima que la producción mundial de alimentos tendrá que aumentar un 60 por ciento para atender las necesidades alimenticias.

   Pero, ¿en qué consiste cultivar de forma sostenible? Para la FAO, significa "adoptar prácticas que producen más con menos en la misma superficie de la tierra y usar los recursos naturales de forma juiciosa, así como reducir la pérdida de alimentos antes de la fase del producto final o venta al por menor a través de una serie de iniciativas".

   Algunas de estas medidas podrían ser una mejor recolección, almacenamiento, embalaje, transporte, infraestructuras y mecanismos de mercado, así como marcos institucionales y legales.

   Medidas que podrían ayudar a los países iberoamericanos, una de las regiones más desfavorecidas, donde 27 millones de personas se van a la cama a diario sin comer. A pesar de lo alta que pueda parecer esta cifra, es menos de la mitad que el promedio registrado por la FAO entre 1990 y 1992: 58 millones. Es decir, en ese periodo, el 14,7 por ciento de los habitantes de América Latina y el Caribe sufría de desnutrición.

   Se trata de una de las regiones que han progresado más rápidamente debido a los buenos resultados económicos y las políticas de protección agrícola y sociales adoptadas en el período, según las Naciones Unidas. Entre ellos, los programas de alimentación escolar y de apoyo a la agricultura familiar.

AVANCE DESIGUAL

   Aunque América Latina y el Caribe ha logrado reducir el hambre de 66 millones de personas en 1990 a 34 millones en la actualidad, según la FAO, y su porcentaje de pobreza de 48 por ciento en 1990 a 29,2 por ciento en 2015, de acuerdo a la Comisión Económica para América Latina y Caribe (CEPAL) continúa siendo una de las regiones más desiguales del mundo, fenómeno que también se ha plasmado en el crecimiento de los países.

   La mayoría de los avances de la región se registraron en América del Sur, tal y como indica el organismo de la ONU: en esta subregión fue posible reducir la desnutrición en un 75 por ciento desde 1990, por lo que la prevalencia registrada en 2015 era de menos de 5 por ciento. Centroamérica redujo el problema en sólo el 38,2 por ciento en el período. El 6,6 por ciento de los centroamericanos todavía sufría de desnutrición el año pasado.

    En el Caribe, el descenso fue aún más bajo: un 26,6 por ciento entre 1990 y 2015, un resultado impulsado principalmente por Haití, una economía frágil, que se enfrenta a constantes desastres naturales y la baja disponibilidad de alimentos para satisfacer la creciente población. Casi el 20 por ciento de los habitantes del Caribe luchaba contra la desnutrición en 2015.

   Pero la FAO y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) se muestran opitimistas respecto a la región y estiman que en América Latina y el Caribe se podría erradicar el hambre para 2025, cinco años antes que lo fijado en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)

   Ambas organizaciones, que presentaron en julio un informe sobre las perspectivas agrícolas en los próximos diez años sostienen que Iberoamérica no sólo se ha vuelto una potencia agrícola, sino que los países han creado una serie de políticas públicas innovadoras enfocadas en quienes sufren hambre.

   El informe destacó que al colocar el foco en las poblaciones más vulnerables, América Latina y el Caribe ha logrado sacar a más de 31 millones de personas del hambre en las últimas décadas, reduciendo el porcentaje actual de subalimentación regional a sólo 5,5 por ciento.

LA SEQUÍA Y 'EL NIÑO'

   Más de 26 millones de niños hoy en día sufren las consecuencias del fenómeno climático conocido como 'El Niño', que ha provocado numerosas inundaciones y sequías, las cuales han causado que millones de menores sufran desnutrición y se encuentren en riesgo de contraer enfermedades contagiosas potencialmente mortales, según denunció el pasado julio el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en un informe.

   Este año ha sido especialmente complicado para la agricultura debido a la fuerte sequía. Solo en Centroamérica, unos 3,5 millones de personas tienen problemas para alimentarse en es Honduras, El Salvador y Guatemala y, de esa cifra, 2,8 millones dependen de la ayuda alimentaria para sobrevivir; además, más de 4 millones sufren la falta de agua, según la FAO.

    "El Niño ha provocado una disminución en la producción agrícola, lo que ha mermado significativamente las fuentes de ingresos y alimento de millones de personas de todo Latinoamérica y que ahora están en riesgo de padecer hambre", lamentó el director humanitario de Oxfam América, Nahuel Arenas.

   Gran parte de los ingresos de pequeños agricultores y de sus familias dependen del éxito de las cosechas. Pero muchos cultivos comerciales como el café, el cacahuete, la banana y la caña de azúcar han sido devastados por 'El Niño'.

   Por ello, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) comenzó en abril a suministrar ayuda alimentaria como arroz o legumbres, y dinero en efectivo a personas para que compren alimentos en los mercados locales a 1,6 millones de personas afectadas.

En tanto, algunos países iberoamericanos, como Honduras y Venezuela, han desarrollado iniciativas para paliar la escasez de alimentos. Así, en el país centroamericano, la creación de huertos familiares con prácticas de cultivo sostenible son una de las claves que están ayudando a mejorar la malnutrición de un total de 1.285 familias de 32 comunidades, según han explicado las ONG CESAL, COPADE y la Fundación ETEA, impulsoras del proyecto.

Por su parte, el Gobierno de Nicolás Maduro inició el pasado febrero una iniciativa similar y cada vez más venezolanos están cultivando su comida en los balcones, patios y hasta en los techos de sus casas, edificios u oficinas.

GOBALIZACIÓN, AGRICULTURA Y DEFORESTACIÓN

La FAO alerta de que la creciente globalización provocará que la agricultura "deje de existir como sector independiente" para convertirse en "solo una parte de una cadena de valor integrada", lo que puede provocar la exclusión de los agricultores y productores en pequeña escala en los países en desarrollo. La necesidad de más técnicas y competencia y de capital provoca el incremento de "la brecha de conocimientos entre países industrializados y en desarrollo".

"Al mismo tiempo, la urbanización ha dado lugar a nuevas pautas de consumo para la mayoría de la población mundial, complicando los vínculos entre producción y consumo y exigiendo una infraestructura más compleja. Los mercados agrícolas mundiales son objeto de mayor integración; con la ampliación del comercio de futuros, también generan más especulación y, con ello, riesgos", advierte el organismo.

Por ello, para la FAO "es necesario que los sistemas agrícolas y alimentarios sean más integradores, vinculando a los pequeños agricultores, explotadores forestales y pescadores y sus organizaciones con empresas de agronegocios y cadenas de suministro".

Pero para mejorar la seguridad alimetaria también es vital llevar a cabo una práctica agrícola sostenible ya que la agricultura sigue siendo la principal causa de la deforestación a nivel mundial. Así lo desvela el informe del pasado julio 'El estado de los bosques del mundo' (SOFO) de la FAO.

Los bosques bien gestionados tienen un enorme potencial para promover la seguridad alimentaria ya que cerca de 2.400 millones de personas dependen de la leña para cocinar y para esterilizar el agua, ello sin olvidar el aporte nutritivo de los alimentos que proporcionan.

Según el SOFO, más de 20 países han obtenido éxito desde 1990 al mejorar sus niveles nacionales de seguridad alimentaria y al mismo tiempo mantener o aumentar la cubierta forestal, demostrando así que no es necesario talar los bosques para producir más alimentos. Entre estos países se encuentran Chile, República Dominicana y Uruguay.

Por su parte, en Costa Rica, la deforestación alcanzó su nivel máximo en la década de 1980, debido principalmente a la conversión de la cubierta forestal en pastos. Desde entonces, el país ha invertido esta tendencia con una serie de iniciativas que han propiciado que la cubierta forestal haya aumentado hasta casi el 54 por ciento de la superficie terrestre del país en 2015.

'HAMBRE OCULTA'

Los problemas alimenticios van más allá que la falta de alimentos. Las deficiencias de micronutrientes, mejor conocidas como 'hambre oculta', son un problema de salud que afecta a más de 2.000 millones de personas, en muchas ocasiones sin que tengan conocimiento de ello, según ha advertido el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas (PMA).

En América del Sur y el Caribe, unos 22,3 millones de niños menores de 5 años y unos 33 millones de mujeres sufren anemia por deficiencia de hierro. La falta de zinc, yodo y vitamina B12, esenciales para las etapas de desarrollo y crecimiento, afectan a gran parte de la población, y la ausencia de información sobre la denominada como 'hambre oculta' dispara el riesgo de que el número de afectados aumente.

"En ocasiones las personas comen lo que parece suficiente en cantidad, pero no están comiendo bien si nos fijamos en la calidad de los alimentos que consumen. Por eso, hoy, nuestros países hacen frente a la doble carga: obesidad y sobrepeso que pueden coexistir con la deficiencia de micronutrientes", ha dicho el director regional del PMA, Miguel Barreto.

De todas las deficiencias de micronutrientes, la anemia por deficiencia de hierro es la más grave. La anemia afecta a un 30 por ciento de los niños menores de 5 años en Sudamérica, y a un 19 por ciento de las mujeres en edad reproductiva, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Por otro lado, la desnutrición severa grave afecta a más del 10 por ciento de los niños menores de 5 años, y provoca importantes retrasos en el crecimiento, como el desarrollo de su cerebro en las primeras etapas de su vida.

PROBLEMA MUNDIAL

Hoy en día, una de cada tres personas en el mundo --casi 2.500 millones-- sufren de al menos una forma de malnutrición, que va desde el hambre a la obesidad, pasando por la falta de nutrientes vitales.

Cerca de 159 millones de niños menores de cinco años sufren retraso del crecimiento, lo que significa que tienen una estatura baja para su edad. Otros 50 millones de niños en esa franja de edad padecen emaciación: tienen un peso bajo en relación con su estatura.

Al mismo tiempo, cerca de 1.900 millones de personas tienen sobrepeso, de los cuales 600 millones son obesas. Y existe también una dimensión de género en esta cuestión.

La malnutrición sigue afectando de manera desproporcionada a mujeres y niñas, que a menudo renuncian a los alimentos a favor de los miembros masculinos de la familia, o carecen de ingresos para asegurarse una nutrición adecuada para ellas mismas. Las estimaciones sugieren que la subalimentación materna e infantil puede suponer un coste de hasta un 11 por ciento del PIB, ya que la malnutrición en los primeros años de vida resulta a menudo en problemas de salud en la edad adulta.

Por el contrario, los niños bien alimentados tienen un 33 por ciento más de probabilidades de escapar de la pobreza al llegar a adultos. Esto significa que invertir en la nutrición tiene un potencial importante para romper los ciclos de pobreza endémica e impulsar el desarrollo económico, permitiendo a las personas disfrutar de una vida sana y productiva.