Publicado 23/04/2019 18:11

La Chinesca, decadencia turística en la frontera entre México y Estados Unidos

La Chinesca, decadencia turística en la frontera entre México y Estados Unidos
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   CIUDAD DE MÉXICO, 23 Abr. (Notimérica) -

   La Chinesca, antiguo barrio chino de la ciudad azteca de Mexicali, muy próxima a la frontera entre Baja California (México) y California (Estados Unidos), se ha convertido en un inusual destino turístico que recibe viajeros todos los fines de semana.

   La red de túneles, cuevas y sótanos que hacían las veces de burdeles, casinos, albergues y fumadores de opio --descubierta después del incendio ocurrido en mayo de 1923 por un enfrentamiento entre bandas rivales que provocó que toda la zona ardiese, como se ha repetido posteriormente en varias ocasiones-- es uno de los puntos fuertes de la visita.

   La ciudad fue referencia tanto para el ocio como para el comercio en la frontera, gracias a la producción de algodón y el conocido como turismo del vicio, que permitieron albergar esta red de visitantes mayormente estadounidenses y trabajadores chinos bajo tierra.

   Tiendas, hoteles, restaurantes y todo tipo de negocios atraían a la población china al valle de Mexicali desde principios del siglo pasado, en parte por la Ley de Exclusión China aprobada por el Gobierno norteamericano en 1882, que impedía su llegada a la nación. Según 'El País', en 1926 unos 5.900 chinos vivían en Baja California.

   Lejos de aquellos tiempos, hoy la Chinesca desaparece y encarna la decadencia del centro de Mexicali, en gran parte por el desprecio de los propios mexicanos hacia la comunidad china, algo que lleva ocurriendo muchos años y, a pesar de lo cual, la atracción turística continúa en ascenso.

   "En 1924 se organizó en Baja California el Comité Pro Raza, que propuso la expulsión de todos los chinos. En ese mismo año se formó el Comité Antichino de Sinaloa, cuyo presidente, Agustín Larios, propuso la expedición de una ley que obligara a los chinos a habitar determinados barrios en cada ciudad", explica el académico Manuel González Oropeza.