Actualizado 04/01/2007 07:42

Costa Rica.- Rescatados cinco pescador tras pasar más de 6 semanas a la deriva


SAN JOSÉ, 4 Ene. (EUROPA PRESS) -

Con sangre y carne de tortuga los cinco tripulantes del pesquero 'Piscis III' pudieron sobrevivir un mes y medio a la deriva en aguas del Pacífico. Los pescadores llegaron ayer al puerto de Golfito deshidratados y quemados por la brisa salina y el sol.

Deiry Taylor Guzmán, de 18 años; Kevin Avilés Reyes, de 15; Mainor Manuel Taylor Guzmán, de 17; Róger Quintero Dávila, de 18, y Gregorio Collado Taylor, de 42, capitán del barco se abrazaron nada más descender de la patrullera del Servicio Nacional de Guardacostas, según el diario 'La Nación'.

Los pescadores fueron hallados el 31 de diciembre por un barco mercante polaco, a unos 185 kilómetros de las costas de El Salvador, cuando su barco amenazaba con zozobrar tras 47 días a merced del océano Pacífico.

Utilizaron partes desgajadas del propio pesquero para mantener vivas improvisadas fogatas con la intención de llamar la atención de buques o aviones que pasasen cerca de su embarcación, pero todo fue inútil.

"Hubo momentos en los que pensé quitarme la vida y por eso andaba siempre un mecate (cuerda). No quería morir ahogado, mucho menos lejos de mi hogar", afirmó Deiry Taylor.

Por su parte, el capitán de la embarcación, Gregorio Collado Taylor, confesó que en varias ocasiones se encerró en un camarote para llorar por la angustia y la desesperación.

"No quería preocupar a nadie. Cuando quedamos a la deriva, debido a un desperfecto mecánico, no supe cómo informarle eso a la tripulación", añadió. Cuando finalmente les informó, les sugirió encomendarse a Dios. A partir de ese momento, trabajaron en equipo para recolectar agua de lluvia y capturar tortugas.

La sangre y carne de éstas los mantuvo fuertes, aseguraron. Cuando el agua escaseó, optaron por tomar solo "media tacita" al día y todos cumplieron sin quejarse.

Muchas noches, no recuerdan cuántas, pasaron en vela, "con los ojos abiertos y el corazón en la mano", rememoró Avilés, por el oleaje que amenazaba a la embarcación. Deiry Taylor dijo: "Lo más angustiante era avistar un barco, quemar todo lo que teníamos, incluso sábanas y nuestra ropa, para luego verlo alejarse como si nada".