Actualizado 05/09/2009 20:38

Crisis del agua amenaza creciente población de Yemen

Por Alistair Lyon

SANA (Reuters/EP) - Tenues lluvias humedecen temporalmente el polvo y refrescan el calor de agosto en Saná, pero no pueden solucionar el oscuro prospecto en materia de agua para los 2 millones de habitantes de la capital yemení.

Algunos residentes reciben agua potable de la ciudad sólo una vez cada nueve días y otros no reciben nada en absoluto. El hundimiento de la masa de agua significa que la municipalidad ahora maneja apenas 80 de sus 180 pozos, dijo Naji Abu Hatim, un experto yemení del Banco Mundial.

"La gente no cree en la magnitud del problema. Ellos ven una pequeña nube y dicen, 'oh, Dios todavía existe, él puede darnos agua'. Pero el agua es el problema principal de Yemen", agregó Hatim.

Esa podría parecer una afirmación alarmante dado que el país además está lidiando con una revuelta tribal en el norte, disturbios violentos en el sur, la actividad de Al Qaeda y una pobreza generalizada.

Pero la escasez de agua en la ciudad sureña de Aden ya está avivando la violencia. Una persona murió por un disparo y tres más resultaron heridas, dos de ellos oficiales de policía, durante protestas por el agua el 24 de agosto.

El rápido vaciamiento de los acuíferos hace que la difícil situación de Yemen sea la más cruda en una región. Las disputas locales por los derechos del agua podrían volverse violentas, especialmente en zonas tribales. La competencia por las reservas entre las ciudades y el campo podría pronunciarse.

"La cuota de agua per capita de Yemen es de menos de 100 metros cúbicos al año, teniendo en cuenta que la línea de escasez es de agua de 1.000 metros cúbicos", dijo Hosny Khordagui, director del Programa de Desarrollo de Naciones Unidas sobre el manejo del agua en países árabes.

Los Estados árabes, excepto Egipto, Irak y Líbano, están todos por debajo de la línea de pobreza en materia de agua, mientras que la tendencia regional, por la que se responsabiliza al cambio climático, muestra precipitaciones cada vez más débiles.

A diferencia de los adinerados Estados petroleros del Golfo, Yemen, el país árabe más pobre del mundo, está mal ubicado para salvar la brecha entre oferta y demanda por medio de la desalinización.

"Están pensando al respecto, pero dudo mucho que puedan lograrlo por motivos económicos", sostuvo Khordagui.

OPCIONES POCO ATRACTIVAS

Desalinizar el agua del mar y bombearla 2.000 metros cuesta arriba hasta la capital resultaría tremedamente caro. El agua podría ser transferida a Saná desde otra cuenca, pero esto podría generar conflictos con las provincias cercanas que también padecen de sequía.

"Una idea que resulta políticamente inaceptable es mudar la capital a otro lado. No veo que eso vaya a ocurrir", dijo Khordagui.

Saná, que hace 50 años era una aletargada localidad amurallada de unos 50.000 habitantes, está entre las ciudades de más rápido crecimiento del mundo, con una explosión poblacional estimada en 8 por ciento anual, según el Banco Mundial, del cual un 5 por ciento se debe a la migración rural.

La escasez de agua está forzando a muchos aldeanos pobres a vender todo y mudarse a las ciudades de Yemen, donde pocos están calificados para prosperar, aunque se espera que envíen dinero a sus parientes en sus lugares de origen.

A partir de la década de 1970, los yemeníes pasaron rápidamente de la ganadería regada con lluvia a la irrigación con agua bombeada desde nuevos pozos tubulares, alentados por el Gobierno y por donantes extranjeros interesados en expandir la producción.

"Finalmente descubrieron que la agricultura por irrigación era insostenible por el vaciamiento del agua subterránea", dijo Abu Hatim.

La agricultura absorbe más de 90 por ciento del agua usada y un tercio de ésta va para irrigar campos de qat, un ligero narcótico, fundamental en la vida social cotidiana de la mayoría de los yemeníes.

El mal manejo de los recursos hídricos es una razón por la que la situación de Yemen es peor que la de vecinos como Omán, según Jac van der Gun, director del Centro Internacional de Evaluación de Recursos de Agua Subterránea en Holanda.

Ambos países tienen recursos petroleros cada vez más escasos, pero la riqueza de Omán sólo se comparte entre 3 millones de personas, comparado con la población de Yemen de 23 millones, que tiene previsto duplicarse en 20 años.

"Omán es un ejemplo positivo de estabilidad y liderazgo carismático, de modo que es mucho más fácil para ellos controlar sus problemas de agua. Yemen no es un país anárquico, pero está cerca", manifestó.

Van der Gun mencionó la problemática provincia de Saada al norte, bastión de los miembros de una tribu chiíta cuya rebelión intermitente contra el Gobierno causó este mes feroces batallas.

"Saada tiene un enorme problema de agua, pero ellos no pueden pensar en el futuro porque están pensando en el presente", agregó.

A pesar de las precipitaciones vespertinas en Saná, las tierras altas del norte de Yemen padecen una sequía de dos años.

"Las lluvias este año han sido escasas y han llegado tarde", dijo Ramon Scoble, un experto en agua de la agencia alemana de desarrollo GTZ, quien trabaja en la provincia de Amran, inmediatamente al norte de la capital.

"Los sectores rurales del norte de Yemen podrían sufrir hambrunas", indicó, haciendo eco de una advertencia dada en junio por Abdul-Karim al-Iryani, alto asesor político del presidente Ali Abdullah Saleh.

"No van a producir sus propios productos alimenticios durante un año más y tendrá suficiente semilla cosechada para poder cultivar nuevamente el año próximo", indicó Scoble.

El Gobierno, respaldado por donantes extranjeros, comenzó a aplicar en el 2005 una estrategia exhaustiva para los recursos hídricos, irrigación, suministro de agua, el medio ambiente y la capacidad de construcción.

Pero los expertos dicen que la implementación del plan es irregular. Abu Hatim, del Banco Mundial, señaló que el programa constituía una medida paliativa.

"No solucionará los problemas, sólo los aliviará para ganar tiempo. La catástrofe está por llegar, pero no sabemos cuándo", agregó.