Actualizado 21/03/2018 15:51

Día Internacional de los Bosques, más que árboles para Iberoamérica

BOSQUE
PXHERE

   MADRID, 21 Mar. (Notimérica) -

   Cada 21 de marzo se produce un cambio estacional a nivel mundial. Mientras que en el Hemisferio Boreal --correspondiente a Europa, Norteamérica, Centroamérica, casi toda Asia, parte de Sudamérica, África y Oceanía y el Ártico-- comienza la primavera, en el Austral, al sur de la línea del ecuador, el otoño sucede al verano.

   Este paso de una estación fue uno de los motivos por los que la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) decidió proclamar el 21 de marzo de 1971 como el Día Internacional de los Bosques.

   Al igual que durante el Día de la Naturaleza, durante esta jornada diversas organizaciones proponen como objetivo fundamental la concienciación de la necesidad de cuidar tanto los espacios forestales y sus ecosistemas como los árboles.

   Estos bosques cubren un tercio de la superficie terrestre del planeta, por lo que juegan un papel fundamental en la vida de muchos habitantes ya que casi 1.600 millones de personas encuentran en estos lugares el medio principal para poder vivir.

   De hecho, la ONU determina que cerca de 2.000 culturas indígenas pueden subsistir gracias a los árboles y la naturaleza de estos sitios, por lo que en Iberoamérica la celebración de este día supone más que una simple propuesta para valorar la importancia de su existencia.

   Pese a sus enormes beneficios biológicos, entre los que destaca la mejora de la calidad del aire que respiramos o el acceso al agua dulce, continúan conociéndose casos de deforestaciones masivas e incendios intencionados de bosques que albergan diversas tipologías arbóreas.

   Lo cierto es que Iberoamérica cuenta con miles de especies de árboles y flores que no solo abastecen las necesidades humanas para la agricultura y la ganadería, entre otras actividades, sino que se encargan de dar cobijo a más del 80 por ciento de los ejemplares animales de la región.

   Algunos de los espacios forestales más célebres de la región son precisamente los que se encuentran en la lista negra de los bosques amenazados por las diversas condiciones climatológicas y la tala ilegal de sus variedades.

   Se trata de los bosques de Chocó-Darién en Colombia; el Gran Chaco, que limita con Bolivia, Argentina, Brasil y Paraguay; y el célebre Amazonas en Ecuador, Brasil, Perú y Colombia, del que se continúan perdiendo miles de hectáreas cada año.

TIPOLOGÍAS

   La práctica de quemas intencionadas o la deforestación masiva de algunas zonas suponen pérdidas irreversibles de árboles nativos iberoamericanos, como la palma chilena --que se ha extinguido en diversas zonas de Chile tras los recientes incendios--, o la palma de cera del Quindío, perteneciente al denominado 'eje cafetero' de Colombia.

   Esta última tipología se encuentra en riesgo de extinción por el abuso en la utilización de su corteza labrada para construcciones, cercos o canales. Además, sus semillas suelen formar parte del alimento de los animales destinados a la ganadería, por lo que nunca terminan de germinar sus raíces y se reduce notoriamente el número de especímenes en el país, teniendo en cuenta que anteriormente eran el elemento principal de las celebraciones católicas del Domingo de Ramos.

   Por último, cabe destacar que el lento crecimiento de algunas especies dificultan su preservación natural tras estas catástrofes forestales. Es el caso de los cactus 'stenocereus', nativos de Venezuela, Costa Rica y México.

   Asimismo, el 'Pseudophoenix ekmanii' --originario de República Dominicana-- es otra de las variedades a tener en cuenta para su conservación. Se trata de una palma de crecimiento lento cuyo tronco suele ser cortado para exprimir el jugo azucarado que se encuentra en su pulpa.