Publicado 09/02/2019 08:49

Qué es la Economía Azul y qué potencial tiene en Iberoamérica

Qué es la Economía Azul y su impacto en Iberoamérica
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   MADRID, 9 Feb. (Notimérica) -

   Iberoamérica es una región rodeada de grandes océanos, un gran recurso económico todavía desaprovechado y sobre el que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y Naciones Unidas (ONU) ya han puesto medidas.

   Iberoamérica y el Caribe son zonas íntimamente ligadas al océano y todos los países miembros del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), a excepción de dos, poseen costas, albergando al 25% de la población que habita en el territorio, una cifra que se eleva al 100% si nos referimos a los países insulares del Caribe.

   Los mares de América Latina y el Caribe suponen una gran fuente de ingresos para la zona. Más de 100.000 familias subsisten directamente gracias a la economía que genera la acuicultura, una labor que junto a la pesca superó las 1.800.000 toneladas de pescado el pasado año, representando el 3% de la producción global, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

UN CONCEPTO HOLÍSTICO

   Por ello, Gunter Pauli, impulsor y creador de la empresa ecológica pionera Ecover, ha propuesto un nuevo paradigma: la Economía Azul. Un concepto holístico e innovador que consiste en aprovechar el ecosistema natural para aumentar la eficiencia en la producción de bienes y servicios con una responsabilidad compartida, respetando siempre el medioambiente.

   Tras dictaminarse que la Economía Verde era insostenible por generar crisis económica, social y ambiental, el surgimiento de la Economía Azul plantea maximizar las oportunidades de los océanos colocando molinos de viento en los mares o instalando plantas desalinizadoras que provean de agua potable.

   

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   "Se trata de mejorar el bienestar humano y la equidad social, al mismo tiempo que se reducen riesgos ambientales y la falta de recursos ecológicos", dicen desde la plataforma encargada de impulsar este novedoso concepto, 'The Blue Economy'.

   REVALORIZAR LOS MANGLARES

   Actualmente, Iberoamérica está destinando un gran esfuerzo humano y económico para investigar el potencial de esta nueva teoría. Un ejemplo de ello es el la revalorización de los manglares, saludables en este modelo productivo por ser captadores de CO2. Asimismo, en las islas ya se han propuesto planes integrales considerando diferentes programas de actuación.

   Sin embargo, los fuertes impactos de nuestro modelo industrial actual han afectado indiscriminadamente al calentamiento oceánico, la pérdida de la biodiversidad y a la acidificación de las aguas, este último hecho presente durante los últimos años a causa de la absorción de dióxido de carbono desde la atmósfera, lo que produce el descenso en curso del pH del agua.

   Además no toda la economía azul es sostenible ya que la pesca masiva lleva consigo la sobrexplotación de algunas especies como ocurre en la actualidad con el atún rojo, la merluza o el rape.

   Según la Organización Mundial de Turismo (OMT), la Economía Azul está creciendo a un ritmo muy superior al que lo hacen otros sectores económicos, siendo los puntos geográficos costeros los principales destinos turísticos, localizados en su mayoría alrededor del Mediterráneo y el Caribe.

   

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   MÁS PLÁSTICOS QUE PECES

   Por otro lado, la contaminación continuada provoca un fuerte impacto sobre el ecosistema. Para 2050 se estima que haya más plásticos que peces en términos de biomasa. También, el transporte marítimo mueve más del 90% de las mercancías del mundo, lo que genera importantes consecuencias negativas como la emisión de CO2, Nox o Sox, gases altamente nocivos para los habitantes que conviven cerca de instalaciones portuarias.

   En la actualidad, la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar de 1982 es el único marco institucional vigente que regula la Economía Azul. A escala global, este nuevo modelo ya representa el 2,5% del PIB y genera unos 31 millones de empleos, según la OCDE.

   

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   La investigación en espacios remotos, todavía inexplorados por la dificultad que supone llegar hasta ellos o por la fría temperatura que se vive en puntos concretos como la Antártida, son las principales causas que limitan el desarrollo de la Economía Azul, un proyecto innovador y eficiente muy prometedor.