Actualizado 06/04/2006 18:29

España/Colombia.- Víctor Gaviria habla del nacimiento del narcotráfico en Medellín en el 'thriller' 'Sumas y restas'

Sitúa el filme en 1984, unos años "fascinantes", en los que cualquiera podía ganar dinero fácil, pero con consecuencias nefastas


MADRID, 6 Abr. (EUROPA PRESS) -

El colombiano Víctor Gaviria, director de 'La vendedora de rosas', estrena mañana en España su última película, 'Sumas y restas', donde hace una clara denuncia del narcotráfico y se sitúa a principios de los años 80, cuando comenzó este "negocio escalofriante". Una "década fascinante" en la que cualquiera podía ganar dinero fácil, pero con consecuencias nefastas, que le ha servido para hacer una denuncia de este negocio fraudulento, sin ambientarlo en la actualidad, algo que habría resultado "peligroso".

"Ambientarla en la actualidad sería peligroso. Y aunque me gustaría hacer una película política, me voy al pasado para salvar la vida", dijo hoy en Madrid Gaviria, quien explicó que a partir de 1978 la ciudad de Medellín se llenó de 'traquetos' (nombre que proviene del ruido que producen las ametralladoras al disparar), unos hombres que traficaban con cocaína y ganaban dinero a espuertas.

La película es, por lo tanto, un retrato del pasado. "Ahora el narcotráfico tiene otra forma", dijo en referencia al paramilitarismo. La historia de 'Suma y restas' se basa en la realidad y cuenta cómo Santiago, un ingeniero de buena familia, se pone en contacto con Gerardo para un negocio inmobiliario. Pero Gerardo se dedica a otros negocios sucios: tiene un laboratorio ilegal de cocaína, que le está haciendo ganar mucho dinero. Santiago acaba metido en la espiral de noches de diversión y montones de dinero.

"Es una película dura y apasionante", apuntó Gaviria, que sin embargo ha querido dotarla de lírica. "He encontrado la lírica en muchos sitios. Por ejemplo, en la 'cocina' o laboratorio de cocaína, donde la gente trabaja con alegría, donde los trabajadores ganan mucho dinero y cuando llega el patrón a verles se alegran. Es algo utópico, una fábrica precapitalista donde el 'patroncito' reparte el botín", explicó.

"UN FIESTA QUE ACABÓ MAL"

La lírica está presente también en el personaje al que llaman 'Picasso', porque se encarga de cambiar el número de matrícula de la avioneta con la que hacen el contrabando; o en la alegría que muestran los jóvenes metidos en este "negocio escalofriante", que ponen "todas sus esperanzas". "El narcotráfico en los 80 fue una fiesta continua, todo eran sumas, luego vinieron las restas", señaló, recordando que el negocio del narcotráfico "fue un engaño".

Según dijo Gaviria, la década de los ochenta fue "muy fascinante" y un filón para el cine negro. "La ingenuidad del protagonista es la ingenuidad mía", aseveró Gaviria, destacando que mucha gente veía como su hermano, vecino o amigo ganaba dinero y luego acaba muerto a tiros o secuestrado y no sabían por qué, hasta que pasaron los años y entendieron que estaban metidos en un negocio ilegal. "Todos fuimos cómplices del narcotráfico en los años 80", subrayó, agregando que el narcotráfico fue "una fiesta que terminó mal".

Gaviria, quien considera que filmes como el suyo son "un arma eficaz" de denuncia, puntualizó que han pasado veinte años pero el narcotráfico se mantiene. "Por el dinero se entrega hasta la dignidad y es difícil recuperarla", afirmó, recordando una de las secuencias del filme, en la que unas mujeres, sólo para divertir al 'patrón', son capaces de desnudarse y cruzar las aguas ponzoñosas de una piscina medio vacía a cambio de una importante cantidad de dinero.