Actualizado 19/09/2009 19:57

Ex rivales de la Guerra Fría se unen para estudiar mares

Por Jeffrey Jones

A BORDO DEL PROFESSOR KHROMOV (Reuters/EP) - Rebecca Woodgate no tenía tiempo para charlas irrelevantes cuando su equipo de oceanógrafos corría por la cubierta de su barco en una reciente misión en el Estrecho de Bering, una región crucial para estudiar el impacto del calentamiento global.

Woodgate, del Centro de Ciencia Polar de la Universidad de Washington, tenía mucho que hacer en poco tiempo: determinar la ubicación submarina de ocho amarras de recolección de datos sobre los lados estadounidense y ruso del estrecho, sacarlos a la superficie y sumergir los nuevos que estarán anclados por un año.

Se trata de un trabajo de precisión que debe ser hecho rápidamente para que las lecturas sean útiles para ella y sus colegas, en el marco de una expedición conjunta de Rusia y Estados Unidos para calcular el impacto del cambio climático sobre las aguas del extremo norte del planeta.

Cuando este observador se acercó demasiado a la acción durante un despliegue en los picados mares cerca de la costa siberiana, la científica británica rápidamente le entregó una pieza del equipo y le dijo: "Tome, haga algo con esto".

Parecida a una fila de pelotas de playa, los anclajes proporcionan mediciones de precisión sobre corrientes, temperaturas y contenido salino. Algunas incluso registran sonidos de ballenas para la misión, llamada RUSALCA (por su sigla en inglés), o Censo ruso-estadounidense del Artico a largo plazo.

RUSALCA, que en el folklore ruso es el nombre de una ninfa marina, tiene cada vez más evidencia del calentamiento y sus efectos en el punto de encuentro de los océanos Pacífico y Artico.

Creado por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos y la Academia Rusa de Ciencias, el programa realiza su trabajo mientras equilibra las metas de dos países con crecientes intereses por asegurar sus territorios árticos ricos en recursos.

La zona es una pieza crucial del acertijo del cambio climático.

"Veo al Estrecho de Bering como un detonador potencial para el derretimiento de los hielos", dijo Woodgate, mientras cargaba los datos de los anclajes abordo del buque de estudios Professor Khromov.

La necesidad de información completa, desde la costa de Alaska al extremo este de Rusia, hace que la cooperación bilateral sea importante. Sin ella, "Estás frito", dijo la científica.

Woodgate estuvo entre los cerca de 50 científicos de Estados Unidos, Rusia y otros países abordo del Khromov durante seis semanas en agosto y septiembre, estudiando el agua y la vida en los mares de Bering y Chukchi y en aguas al norte de la Isla Wrangel, cerca de la costa noreste de Rusia.

HIELO EN RETROCESO

Resulta difícil creer que agua más cálida y fresca que fluye por el estrecho hacia el Artico pueda estar empujando el extremo del hielo hacia atrás, cuando los fríos vientos huracanados y los fuertes mares golpean el barco a fines del verano boreal.

En el 2007, este se retrotrajo una cantidad récord, asombrando a los científicos. Este verano, el hielo retrocedió a su tercera zona más pequeña según los registros históricos, de acuerdo al Centro Nacional de Datos sobre Hielo y Nieve de Estados Unidos.

Es un círculo vicioso, señalan los científicos. Una vez que se reducan los témpanos, las aguas abiertas absorben más calor solar, derritiendo más hielo.

"No está en discusión que atmósfera está subiendo de temperatura, y tal vez el Artico es el área que más en aumento está. Ese es el motivo por el que los científicos han elegido esta zona para sus investigaciones, porque indica muy bien el cambio", dijo Aleksey Ostrovskiy, uno de los coordinadores rusos de la misión y ex diplomático.

Fue difícil convencer al Ministerio de Defensa ruso y otras autoridades para que permitan el ingreso de científicos estadounidenses y su equipamiento en las aguas del país, considerando la salvaguarda del Kremlin a su seguridad nacional, explicó. Sus movimientos son seguidos de cerca.

Desde la primera expedición del RUSALCA en el 2004, los investigadores han identificado especies de peces y otros organismos, como cangrejos, que nunca antes habían podido sobrevivir en el extremo norte.

"Es interesante lo que ocurre allí, donde el hielo ha estado siempre todo este tiempo y ahora está retrocediendo", dijo Terry Whitledge de la Universidad Fairbanks de Alaska, científico en jefe de RUSALCA y uno de los mayores estadistas de la oceanografía, con casi 90 expediciones en su haber.

De todos modos, el retroceso del hielo constituye una oportunidad para la misión.

Este verano, los mapas de los hielos mostraron que el Khromoc podría viajar más al norte en el Artico que en expediciones previas, permitiéndole observaciones más detalladas antes de que los científicos regresen a Nome, Alaska, a fines de septiembre.

A medida que los países preparan una reunión en Copenhague en diciembre para sellar un acuerdo sobre emisiones de dióxido de carbono, los científicos abordo del Khromov afirman que limitar los gases en buena parte culpados por el calentamiento global ayudará a predecir mejor los cambios y la forma de adaptarnos.

Kevin Wood, cuya especialidad científica es el compilado y análisis de datos climáticos de hace cientos de años, indicó que toda la evidencia sugiere que la tierra se está calentando.

"La otra parte del argumento es: ¿Es acaso el CO2 o es una variabilidad natural? ¿Cuánto contribuye cada uno a la tendencia? ¿Hay algo que podamos hacer al respecto?", sostuvo Wood, quien además es un veterano marinero.

"Mi opinión es: bien, el CO2 está por las nubes. Sabemos que va a tener un efecto, y ya sea que se trate de un grado u ocho, será algo y tiene sentido intentar controlarlo", agregó.