Publicado 14/01/2014 15:22

Francisco advierte de "los cristianos corruptos" y de los "legalistas"

Papa Francisco
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ROMA, 14 Ene. (EUROPA PRESS) -

El Papa Francisco ha advertido de "los cristianos corruptos" y de los "legalistas" --que anteponen a toda consideración la aplicación literal de las leyes-- y de las consecuencias de estas actitudes que alejan de la fe durante su Misa en la Casa de Santa Marta, en la que ha reflexionado sobre la fe y el testimonio cristiano a través del análisis de cuatro figuras del Evangelio --Jesús, los escribas, el sacerdote Elí y sus dos hijos y los sacerdotes--.

"Jesús enseñaba como alguien que tiene autoridad", ha explicado el Papa, al tiempo que ha indicado que, en cambio, "los escribas predicaban pero cargaban a las personas con cosas pesadas en sus hombros, y la pobre gente no podía continuar".

"Estos escribas, estos fariseos, es como si golpearan gente, ¿No? Tienes que hacer esto, esto y esto. Pero así --ha continuado el Papa-- les cerráis la puerta del Reino de los Cielos. No dejáis que nadie entre, ni siquiera vosotros podéis entrar".

Así, Francisco ha criticado la hipocresía: "Y Jesús mismo les dice que ellos no movían estas cosas ni con un dedo, ¿no? Y después, dirá a la gente: '¡Haced lo que dicen pero no lo que hacen!'. Gente incoherente".

"¿Pero dónde está la novedad?", se ha preguntado Francisco para responder que "la novedad de Jesús es que trae consigo la Palabra de Dios, el mensaje de Dios, es decir el amor de Dios por cada uno". Jesús, ha explicado el Papa, "acerca a Dios a la gente y para hacerlo se acerca Él: está cerca de los pecadores".

Y es que Jesús, según ha recordado el Papa, perdona a la adúltera, "habla de teología con la Samaritana, que no era un angelito", también "se acerca al corazón herido de las personas" y "quiere que la gente se acerque, que le busque y se siente conmovido cuando la ve como oveja sin pastor". Y toda esta actitud, según ha remarcado, "no es una enseñanza nueva: es la manera de hacerlo, nueva. Es la transparencia evangélica".

En la primera lectura, extraída del libro de Samuel, el Papa ha analizado la figura del sacerdote Elí "un pobre sacerdote, débil, tibio" que "dejaba hacer muchas cosas malas a sus hijos". Elí estaba sentado ante la puerta del Templo del Señor y mira a Ana, una señora "que rezaba a su manera, pidiendo un hijo". Esta mujer, según ha señalado el Papa, "rezaba como reza la gente humilde: sencillamente, pero desde su corazón, con angustia". Ana "movía los labios", como hacen "tantas buenas mujeres en nuestras iglesias, en nuestros santuarios", según ha añadido.

Y el anciano Elí la miraba y decía: "¡Pero, esta está borracha!" y "la despreció". "Él --ha advertido el Pontífice-- era el representante de la fe, el dirigente de la fe, pero su corazón no sentía bien y despreció a esta señora".

Ante este pasaje, el Papa se ha preguntado "cuántas veces el pueblo de Dios no se siente querido por aquellos que deben dar testimonio, por los cristianos, los laicos, los sacerdotes". "Pero, pobre gente, no entiende nada... Debe hacer un curso de teología para entender bien", ha lamentado el Papa.

El Papa ha continuado su reflexión analizando a los hijos del anciano Elì que "eran ladrones, sacerdotes, pero ladrones" e "iban detrás del poder, detrás del dinero, explotaban a la gente, se aprovechaban de las limosnas, de los regalos" y, al final, "el Señor les castiga fuerte".

Esta actitud, según ha observado a continuación, "es la figura del cristiano corrupto, del laico corrupto, del sacerdote corrupto, del obispo corrupto, que se aprovecha de su situación, de su privilegio de la fe, de ser cristiano" y "su corazón acaba corrupto", como le sucede a Judas. De un corazón corrupto, ha proseguido, sale "la traición".