Actualizado 29/05/2008 20:53

Guatemala.- Expertos del genocidio maya recuerdan ante Pedraz como tapaban la boca de los bebés para no ser descubiertos

Relatan la creación de 'aldeas modelo' controladas por los militares para destruir la cultura indígena y evitar sublevaciones


MADRID, 29 May. (EUROPA PRESS) -

El juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz ha escuchado el testimonio de dos antropólogos expertos en el genocidio maya en Guatemala (1978-1984), quienes relataron como los indígenas perseguidos por Ejército llegaban a "cocinar de noche, enterrar a sus animales en túneles" y hasta "tapar con trapos las bocas de los bebés para no ser descubiertos por los llantos".

La persecución al pueblo maya provocó más de 250.000 víctimas, de las que más de 45.000 siguen hoy desaparecidas. El titular del Juzgado Central de Instrucción número 1 instruye este caso en virtud de la jurisdicción universal de la Audiencia Nacional para los delitos de lesa humanidad.

Ya durante la primera semana de febrero el magistrado tomó declaración a diez testigos protegidos que le fueron relatando en su despacho las violaciones masivas y masacres en aldeas enteras que llevaron a cabo en aquellos años el Ejército y los denominados Patrulleros de Autodefensa Civil (PAC).

Esta semana, la antropóloga y profesora de la Universidad de California Beatriz Manz, experta en las prácticas empleadas por el Ejército guatemalteco para con la población indígena a partir de distintas investigaciones y viajes a la zona, explicó al juez sus conocimientos que se remontan al año 1973. En concreto, fue a partir de 1981 cuando comenzó sus indagaciones sobre los "desplazamientos masivos de guatemaltecos huyendo de la persecución de los militares".

"El desplazamiento masivo comenzó en 1981 y cobró su mayor intensidad en 1982 y 1983, como resultado del escalamiento de la violencia contra la población", comenzó explicando esta especialista, quien recordó como "en el periodo anterior a las masacres consistían en entradas abusivas a las aldeas, atropellos, secuestros".

"Además, los militares exhibían, en sus 'visitas', la lista de los nombres de algunos habitantes de la aldea, sin que jamás diesen explicación alguna. La población quedaba, obviamente, atemorizada. Luego, vinieron las masacres propiamente tales, que incluían la destrucción de las aldeas y las siembras

"NI UN INSECTO CON VIDA".

"Daba la impresión de que ni siquiera había un insecto con vida, la gente huía con lo que tenía puesto, tenían que mantener total silencio y si el ejército se acercaba tenían que tapar las bocas de los bebés con trapos, para que los llantos no se oyeran", continuó explicando Manz, quien además relató como "si los indígenas tenían animales domésticos, debían enterrarlos en túneles, como "tenían que cocinar de noche, para que el humo no los delatara" y como "mujeres embarazadas dieron a luz en la selva".

En relación a cual era el sentimiento del Ejército hacia la comunidad maya, la experta describió que "el razonamiento era: 'Si no tienen culpa, ¿por qué huyen? Por algo será'. "El hecho de que los indígenas burlaran los planes del Ejército chocaba con el concepto del 'indio inútil', inferior, torpe", añadió.

"Los muertos constituían una victoria" y no consumarlas "un fracaso en el cumplimiento de las órdenes y, por tanto, una derrota que podría tener consecuencias temibles para los mismos soldados", declaró Manz.

"ALDEAS MODELO".

Además, esta experta relató como, tras las masacres, el Ejército creó las llamadas 'aldeas modelo' "siguiendo un modelo de distribución de casas que trastocaba la configuración espacial tradicional de las aldeas indígenas, caracterizada por casas ubicadas en sitios distantes. "Ahora, las casas debían construirse una al lado de la otra, con el propósito de controlar más efectivamente a la población", dijo.

"Era el Ejército quien decidía y ordenaba a las familias donde deberían residir, mezclaba en las aldeas a diferentes etnias, con el objetivo de generar antagonismos y divisiones y de dificultar cualquier comunicación que no fuera en español", prosiguió Manz, al tiempo que explicó que "también sembraba la desconfianza entre la población, obligando a unos a denunciar a otros".

En la misma línea se manifestó el profesor Charles Hale, de la Universidad de Texas, cuando recordó que "después de las masacres se inició una segunda fase que consistió en el reagrupamiento de indígenas en espacios llamados 'aldeas modelo o polos de desarrollo', donde el cambio cultural podría proceder bajo condiciones de estricto control, domesticación y reeducación".

Hale, quien ha dirigido un extensivo trabajo de investigación en América Latina durante los ultimo 30 años relató al juez que "en estos espacios las autoridades militares severamente restringieron la autonomía interna de reproducción de la cultura indígena, e impusieron estrictos parámetros únicamente dentro de las cuales la gente podía seguir siendo 'indio'".