Publicado 13/02/2019 09:41

HRW ve "una oportunidad" para "restablecer la democracia y los DDHH en Venezuela"

Manifestación de la oposición en Caracas
CHRISTIAN VERON / REUTERS - Archivo

   Maduro "está dejando en más evidencia que nunca su responsabilidad en el sufrimiento de la gente", apunta la ONG

   MADRID, 13 Feb. (EUROPA PRESS) -

   El segundo mandato de Nicolás Maduro ha propiciado paradójicamente "un momento de oportunidad" para resolver la crisis que arrastra Venezuela desde hace años porque por primera vez parecen haberse alineado las acciones de la oposición y de la comunidad internacional, según ha indicado Tamara Taraciuk, investigadora de Human Rights Watch (HRW) para el país, en una entrevista concedida a Europa Press.

   Maduro inició el 10 de enero un segundo periodo de seis años (2019-2025) que no reconocen ni la oposición ni buena parte de la comunidad internacional porque consideran que es fruto de un proceso electoral no democrático que culminó con la votación del 20 de mayo.

   En respuesta, el jefe de la Asamblea Nacional, el líder opositor Juan Guaidó, se autoproclamó "presidente encargado" de Venezuela el 23 de enero, en un movimiento que ha sido reconocido por Estados Unidos y Canadá, la mayoría de los países latinoamericanos y numerosos países europeos, incluido España.

   "Estamos ante una oportunidad en la crisis venezolana porque es la primera vez que van de la mano una enorme presión internacional, que viene de la región, de Europa y hasta de países lejanos como Australia, que reconocen la necesidad de elecciones libres, y una masiva movilización dentro de Venezuela", ha valorado Taraciuk.

   La experta de HRW ha enfatizado que hasta ahora no se había dado esta combinación de factores, recordando que durante las protestas opositoras de 2014 y 2017, que se saldaron con decenas de muertos y detenidos, "la comunidad internacional estuvo dormida y cuando se puso firme se había apagado la reacción interna".

   Taraciuk ha subrayado que, si bien parece que ha llegado el momento, "es imposible saber". "Hay que plantearlo como un momento de oportunidad y esperar a ver cómo se juegan las cosas a nivel interno y a nivel internacional para ver si se traduce en el restablecimiento de la democracia y los Derechos Humanos en Venezuela", ha estimado.

   HRW apuesta por "avanzar en medidas de presión multilateral fuertes". En concreto, ha abogado por aumentar las sanciones contra "los funcionarios venezolanos implicados en los abusos de los Derechos Humanos". Estados Unidos, Canadá o la UE ya lo han hecho, ahora es el turno de los países latinoamericanos, ha considerado.

   Además, ha reclamado a la comunidad internacional que envíe "un mensaje claro de que no se van a permitir este tipo de abusos y sus responsables serán llevados ante la Justicia". A este respecto también ha lanzado una advertencia a la oposición venezolana, exigiendo "claridad" en la ley de amnistía impulsada por Guaidó para garantizar que las graves violaciones de los Derechos Humanos no serán perdonadas.

"UNA SENTENCIA DE MUERTE"

   El tiempo apremia porque la nación caribeña "está viviendo una crisis humanitaria que no tiene precedentes en la región" debido a la grave falta de productos básicos, como comida y medicamentos, y a una creciente inseguridad que obedece tanto a la "violencia común" como a la "persecución política", ha señalado Taraciuk.

   En el ámbito de la salud, ha denunciado "un resurgimiento de enfermedades que son prevenibles por vacunación", como el sarampión, que ha pasado de registrar un solo caso en 2012 a más de 7.300 desde mediados de 2017; así como "un 'boom' en enfermedades tratables", como la malaria, con 36.000 casos en 2009 y más de 400.000 desde 2017. Todo ello, según cifras de Naciones Unidas, porque el Gobierno no publica datos epidemiológicos desde hace dos años.

   El acceso a los alimentos tampoco es fácil. "No es que no haya de nada" en Venezuela, "en algunos mercados hay hasta aceite de oliva importado", pero los productos están solamente al alcance de "un nivel ínfimo de la población, muy acomodado, que vive en dólares". "Para la gran mayoría de la población es impagable", ha recalcado.

   Algunos venezolanos, ha continuado, tienen la suerte de contar con familiares o amigos en el extranjero que les envían dinero para que puedan comprar lo que necesiten en Venezuela o que directamente les envían por correo --"de puerta a puerta"-- paquetes con comida o medicamentos.

   El grueso de los venezolanos depende de las cajas de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), que contienen productos con precios controlados por el Estado. "Deberían durar un mes pero para una familia tipo no duran ni una semana" y "hay una discriminación en el reparto" porque "lo hacen partidarios del Gobierno en las zonas donde viven". Es decir, "no siempre llegan y cuando llegan no alcanzan".

   "Si sumas la falta de medicamentos y de tratamiento y la dificultad de la vacunación al problema del acceso a la alimentación, que hace mucho más difícil tratar cualquier enfermedad, es prácticamente una sentencia de muerte para la gran mayoría de los venezolanos", ha afirmado Taraciuk.

"NO VAN A DEJAR DE SALIR"

   En medio de la escasez, los venezolanos lidian también con la violencia en las calles. "Hace tiempo que Venezuela, sobre todo Caracas y otras ciudades del interior, es particularmente peligrosa, con índices de homicidios altos. El problema es que, además de la inseguridad común, hay un aumento de la represión estatal", ha alertado.

   Este cóctel ha provocado que más de tres millones de venezolanos hayan huido hacia otros países en los últimos años, según datos de la ONU que Taraciuk cree que son conservadores. Solo en la frontera entre Colombia y Venezuela, ha ilustrado, hay siete cruces oficiales y 270 "trochas" o cruces extraoficiales.

   Hasta ahora, "la región se ha portado bastante bien", a pesar de los brotes de xenofobia que han surgido ante situaciones de extrema violencia, como el asesinato de una mujer embarazada a manos de un inmigrante venezolano en Ecuador, o "en lugares pequeños donde la cantidad de venezolanos respecto a la población local es absolutamente desproporcionada".

   Taraciuk ha reclamado una respuesta coordinada a los gobiernos de América Latina y el Caribe porque en este tiempo "cada uno hizo lo que pudo y lo que le pareció mejor", si bien se requiere un estatus migratorio que permita a los venezolanos "trabajar, mandar a los niños a la escuela y acceder a servicios de salud" allí donde se encuentren.

   Así, ha augurado que "no van a dejar de salir en la medida en que la situación se mantenga", tanto en términos políticos como humanitarios porque ambas crisis "son dos caras de la misma moneda". No obstante, ha subrayado la urgencia humanitaria: Si antes huían de la "persecución política", ahora lo hacen porque "no tienen ni trabajo ni dinero".

OPERACIÓN HUMANITARIA A GRAN ESCALA

   Guaidó ha solicitado a los gobiernos que le apoyan que envíen insumos a las fronteras con Colombia y Brasil, donde ya se almacenan, y ha anunciado que la ayuda entrará de una vez por todas en Venezuela el próximo 23 de febrero, para lo cual ha pedido la complicidad de los militares, que controlan los pasos fronterizos.

   Taraciuk ha avisado de que, en el caso de que logre llegar, la ayuda humanitaria solo servirá para "aliviar" levemente el sufrimiento de los venezolanos. Para atajar de raíz la crisis humanitaria, ha defendido, se necesita "una operación a gran escala de Naciones Unidas".

   Además, la opacidad informativa del Gobierno sobre la situación interna haría necesario que expertos internacionales viajaran a Venezuela para hacer un diagnóstico preciso y poder diseñar una respuesta verdaderamente efectiva, ha apostillado.

   En cualquier caso, ha remachado, la resistencia de Maduro a la ayuda extranjera --"primero negaba la crisis" humanitaria y "ahora le echa la culpa a otros" por las sanciones internacionales--, "está dejando en más evidencia que nunca su responsabilidad en el sufrimiento de los venezolanos".