Actualizado 11/09/2015 16:29

La Justicia prohíbe detenciones arbitrarias de adolescentes en Río de Janeiro


RÍO DE JANEIRO, 11 Sep. (Notimérica) -

La Justicia ha prohibido que la Policía Militar de Río de Janeiro detenga de forma arbitraria a jóvenes adolescentes, después del polémico episodio en que los agentes detuvieron a 160 jóvenes al sospechar que estaban viajando a las playas de la zona sur para robar.

El juez Pedro Henrique Alves ha dado la razón a la Defensoría Pública del Estado, que en su momento advirtió de que "la privación de libertad en flagrante" chocaba con lo estipulado en el Estatuto del Niño y del Adolescente.

A cambio, el juez ha conseguido que la Policía Militar, la Policía Civil y los órganos municipales de asuntos sociales se unan para resolver la problemática de los robos en las playas ajustándose a la legalidad.

Así, la Policía Militar se ha comprometido a revisar los autobuses que llegan desde los suburbios a las playas solo cuando sea necesario, y ha anunciado que instalará un Centro de Comando y Control Móvil en la playa de Arpoador -donde suelen empezar los 'arrastões', los robos en masa--.

La Policía Civil también instalará una unidad móvil en los alrededores para que cuando se detenga a algún joven pueda comprobarse rápidamente si tenía antecedentes, sin necesidad de trasladarlo a comisaría.

Ambas unidades de la Policía en la playa contarán con el apoyo de los técnicos de la Secretaría de Desarrollo Social, que trabajarán in situ los fines de semana para orientar a los policías y verificar que se cumplen los derechos de los menores.

La decisión del juez y este acuerdo de colaboración llega después de que el pasado mes de agosto la Policía detuviera a 160 jóvenes que iban en autobús desde los barrios más desfavorecidos de la zona norte a las famosas playas de la zona sur, principalmente Ipanema y Copacabana.

En un principio, las autoridades alegaron que retuvieron a los jóvenes porque viajaban sin dinero para el billete de transporte, sin la compañía de un adulto y además estaban alterando el orden en el autobús, aunque las críticas no se hicieron esperar.

La actuación policial avivó la polémica sobre las desigualdades y la segregación racial que vive la ciudad y puso en cuestión el mito de que la playa es un lugar democrático donde los cariocas se mezclan sin problemas.