Actualizado 25/03/2019 14:41

La lucha de tres mujeres ecuatorianas por enterrar para siempre el dicho 'aunque pegue, aunque mate, marido es'

AYUDA EN ACCIÓN

   MADRID, 29 Ene. (Notimérica) 

   A pesar de los avances en la defensa de los derechos humanos de mujeres y niñas, Ecuador asiste en los últimos años a una ralentización en la conquista de estos derechos debido, fundamentalmente, a dos motivos, según señalan los expertos: la debilidad institucional para hacerlos efectivos y el estancamiento de los movimientos sociales para exigirlos.

   'Aunque pegue, aunque mate, marido es'. Es un dicho de origen ecuatoriano, especialmente atribuido a las mujeres indígenas. Es viejo, pero sin embargo no está obsoleto. Varias líderes sociales del país que trabajan en defensa de los derechos de las mujeres aseguran que la culpa del machismo no es solo de los hombres, sino que en numerosas ocasiones son las propias mujeres las que "todavía aceptan que la realidad es esa y que no cabe más que resignarse", tal y como alertan en una conversación con Notimérica tres de estas líderes en el ámbito de la defensa de las mujeres.

   Paty Álvarez, Mónica Alemán y Ceci Delgado trabajan juntas desde hace años, se admiran entre ellas y tratan de dar voz y ejemplo a todas las mujeres de su país. Sus trabajos son diferentes, pero forman parte de una cadena que necesita de los tres eslabones para no romperse. Sus esfuerzos van desde alfabetizar a las mujeres en los barrios y la selva, hasta lograr en el Parlamento la aprobación de la Ley para la Erradicación de la Violencia Contra las Mujeres, pasando por representar a la mujer rural en diferentes congresos internacionales impulsando mecanismos de protección y respuesta "frente a las múltiples discriminaciones y violencias que sufren por el hecho de ser mujeres, indígenas y pobres", reconoce Paty.

5.000 MUJERES ALFABETIZADAS GRACIAS A PATY

   Ella hoy es la directora del Centro Ecuatoriano de Desarrollo y Estudios Alternativos (CEDEAL), una organización que fundó hace veinte años después de más de una década trabajando ya en el sector social y con las mujeres; aunque sus planes de vida nunca fueron esos. Desde pequeña soñó con ser maestra, así que cuando llegó a la universidad se matriculó de aquella carrera. En una de las conferencias a las que acudió en su facultad conoció a grandes voces del feminismo latinoamericano y descubrió que su "pasión" era la defensa de las mujeres. "Comencé a estudiar los preceptos internacionales, la igualdad, la participación económica de las mujeres y, en definitiva, cómo ponerlas en el centro del panorama", reconoce.

   Fundó CEDEAL con el objetivo de trabajar con las mujeres en condiciones de mayor vulnerabilidad como indígenas y afrodescendientes y se propuso alfabetizar a cuantas más mejor. Su trabajo, con más de 5.000 mujeres que aprendieron a leer y escribir en Ecuador gracias a su empeño, le valió el pasado año el premio como Mejor Lideresa Latinoamericana que se entregó en Lima en la Cumbre de las Organizaciones de la Sociedad Civil.

   Aunque su trabajo ha ido siempre más allá. Consciente de que la educación es básica para el desarrollo, también ha centrado sus esfuerzos en capacitar a estas mujeres en materia de género y de derechos sexuales y reproductivos y en hacer visible que la violencia nunca puede estar justificada. En lo que va de año seis mujeres han perdido la vida en Ecuador a manos de sus parejas. "No podemos bajar la guardia, sobre todo con el tema de la violencia", asegura Paty, que después de su paso por Madrid ha viajado junto con sus dos compañeras a Barcelona para abordar estos temas junto con parlamentarios catalanes de la mano de Ayuda en Acción, la ONG que apoya su proyecto desde el inicio porque comparten con Paty "el objetivo de impulsar la garantía y protección de los derechos de las mujeres y las niñas, con especial incidencia en las indígenas de la Amazonia ecuatoriana".

   Paty lamenta que falta mucho por hacer, pues "si bien las jóvenes han aprendido el respeto por su cuerpo y su autonomía, no se involucran como nos gustaría para ser las nuevas líderes del movimiento feminista una vez que nosotras dejemos paso". Aunque se define como una persona "nada vanidosa", de algún modo quiere que se mantenga vivo su legado.

MÓNICA Y LA APROBACIÓN DE LA LEY DE ERRADICACIÓN DE VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES

   A diferencia de Paty, Mónica siempre tuvo vocación política, aunque lo veía como inalcanzable. Criada en un barrio humilde y con fuertes rasgos indígenas, toda la vida pensó que conquistar un escaño en el Parlamento estaba fuera de sus posibilidades. "Las personas que llegaban allí eran las más poderosas", afirma esta ingeniera comercial de 38 años que desde muy joven trabajó con otras personas de su edad y con la infancia. Considera que los niños no hacen diferencias entre géneros, sino que "es cuando van creciendo cuando comienzan las discrepancias, por lo que quizás la culpa es de cómo les educamos los adultos".

   Su sorpresa llegó cuando decidió postularse como diputada para la Asamblea Nacional y consiguió un lugar como asambleísta alterna, algo así como la reserva del diputado principal. Al poco tiempo él falleció y ocupó su escaño. Fue reelegida en las siguientes elecciones y ya en esta legislatura consiguió uno de los grandes hitos del movimiento feminista en Ecuador. Junto a organizaciones del movimiento de mujeres y de la sociedad civil, y a instancias de la administración ecuatoriana, promovió la articulación de la Ley Orgánica Integral para la Prevención y Erradicación de la Violencia Contra las Mujeres en su país e impulsó, junto a la Comisión de Justicia, la revisión de las reformas del Código Penal para incluir el aborto en caso de violación, incesto y malformaciones del feto, aunque "por desgracia" esto último aún no se ha materializado.

   Uno de los grandes éxitos de Mónica es que involucró siempre a los hombres de las comunidades a las que acudía a dar formación, de manera que fuesen ellos mismos quienes promovieran el cambio de prisma dominante hasta el momento. "Las mismas mujeres no entienden en ocasiones que el trabajo de la casa no es solo cosa suya", lamenta. "El tremendo dicho ecuatoriano de que un hombre 'aunque pegue o aunque mate, marido es' se sigue escuchando entre mujeres a día de hoy y eso hay que corregirlo de una vez por todas".

   Si hace balance, cree que gran parte de su éxito como diputada reside en que nunca ha perdido el contacto con la calle. "La gente me reconoce como alguien cercano a quien puede plantear medidas, como mejoras en la economía local o relacionadas con la producción y el cuidado del campo, que yo traslado después al grupo", relata la diputada que también preside el Grupo Parlamentario por los Derechos de las Mujeres.

CECI, EL TRABAJO DE CAMPO COMO MODO DE VIDA

   Ceci es el rostro menos visible de las tres, pero el que más contacto directo mantiene a día de hoy con los colectivos. Su trabajo no está en el Parlamento ni en la presidencia de una organización que conlleva también invertir tiempo en asuntos de representación y burocráticos. Su día a día, desde hace cuarenta años, lo pasa en los barrios más pobres de la capital ecuatoriana.

   Desde muy joven se vinculó con asuntos relacionados con la seguridad ciudadana en Quito y trabajó en los barrios haciendo campañas para la prevención de la violencia. Junto a varias mujeres formó una red llamada 'Red de Redes' cuyo objetivo fue desde el principio "tratar de explicar al resto de mujeres que nosotras no tenemos que ser eternamente amas de casa ni estar sometidas".

   Entre sus grandes logros está el haber promovido y coordinado un 'Observatorio para una Vida Libre de Violencia hacia la Mujer' en la capital, pero cree que su trabajo nunca será suficiente sin el apoyo del Gobierno central para capacitar a hombres y mujeres en materia de género. "Los Presupuestos no se pueden seguir reduciendo, pero a los gobiernos solo les interesa la obra pública, la que se ve, y como consecuencia de ello la obra social siempre queda dañada", asegura.

   Las tres echan de menos más apoyo institucional, aunque reconocen que se avanza con paso lento pero firme. Su gran aspiración, comenta Paty, sería ver en el Parlamento una gran "bancada feminista" que pueda llevar a la presidencia del país "a mujeres de cualquier escala social y no solo a las que pertenecen a la burguesía". Porque las tres ven cercano el día que una mujer pueda presidir el país, pero no ven tan factible que esa mujer sea una verdadera representante del común de las mujeres ecuatorianas. Entre tanto, ellas seguirán trabajando para que en el país se erradique la violencia contra las mujeres como primer paso para su empoderamiento.