Actualizado 29/03/2017 14:54

La masacre de Rincón Bomba, el crimen más silenciado de Argentina

   BUENOS AIRES, 10 Oct. (Notimérica) -

   A diferencia de otros países iberoamericanos, la población indígena en Argentina, que incluye a los indígenas como tal y a los descendientes de los mismos, se encuentra reducida a un 2,38 por ciento del total de habitantes, una cifra que se traduce en algo más de 955.000 personas, según el censo de 2010.

   Sin embargo, esto no evita que exista un fuerte arraigo cultural de aquellos que se consideran aborígenes u originarios, y que exista un fuerte deseo de perseverar estas raíces y la cultura de los antepasados.

   De este modo, pocos argentinos pueden no pensar cada 10 de octubre en la masacre del Rincón Bomba, una matanza que se prolongó entre el 10 y el 30 de octubre de 1947 y que consistió en el fusilamiento de miles de indígenas de la etnia pilagás.

   A día de hoy, 69 años después del suceso, la barbarie que se produjo contra los pilagás es considerada como un crimen de lesa humanidad, es decir, un crimen agraviado contra la humanidad, un hecho que fue confirmado por la Cámara Federal de Resistencia con la condena de uno de los gendarmes que participó en los hechos.

   El crimen regresó a la memoria colectiva en el año 2005, cuando la Federación del Pueblo Pilagá denunció lo sucedido e inició un juicio por crímenes de lesa humanidad contra el Estado nacional. Eso llevó a la apertura de una investigación, donde se encontraron 27 cadáveres de indígenas con restos de elementos militares compatibles con equipamiento de la Gendarmería nacional.

   Pero, ¿qué fue lo que realmente sucedió?

DE LA ESTAFA AL ASESINATO

   Durante la primavera de 1947, cientos de familias pilagás, procedentes de distintas zonas del país se reunieron en La Bomba --muy cerca de Las Lomitas y a escasos pasos del Escuadrón 18 de Gendarmería Nacional-- en torno a un sanador llamado Tonkiet(Luciano Córdoba).

   Según cuentan algunos versiones, estos hombres llegaron allí con el fin de conocer la palabra escrita de la Biblia y descubrir más sobre Dios. De este modo y con el paso de los días, cada vez llegaron más familias a la zona y se generó un ambiente de debate sobre religión y política.

   El número de personas crecía y crecía y esto empezó a incomodar a las autoridades de la zona. Aunque las historias difieren, el hecho es que las familias recibieron alimentos en mal estado --algunas fuentes sugieren que estaban envenenados-- y muchos comenzaron a morir.

   El 10 de octubre los gendarmes intentaron desalojar el paraje, pero lo hicieron a través del uso de la violencia, cargando con fusiles y ametralladoras. Según los supervivientes, la persecución de las familias en los montes se prolongó durante semanas.

   Un número indeterminado de adultos y niños murieron debido a las heridas, la sed, el hambre y los fusilamientos. Durante la segunda semana del mes de octubre se multiplicaron las capturas. La violación se convirtió en un arma más de los gendarmes.

   Para ellos, se trataba de una sublevación indígena, mientras que para los pilagás supuso todo un genocidio. Las familias capturadas con vida fueron llevadas a su destino final en las Colonias Aborígenes de Francisco Muñiz y Bartolomé de las Casas a donde se las "redujo" a trabajar como peones.

   La prensa ocultó la información y tildó de "levantamiento" lo sucedido en Las Lomitas, la realidad no se conoció hasta tiempo después.

   No fue hasta la llegada de los años 2000 cuando finalmente se logró justicia para la etnia, con el procesamiento de Smachetti, uno de los responsables de la matanza, que fue ratificado por la Cámara Federal de Resistencia, sin prisión preventiva, bajo la carátula de "homicidio agravado por alevosía, en reiteración de hechos, con el concurso premeditado de dos o más personas, en concurso real, en calidad de partícipe necesario".