Actualizado 08/07/2009 20:47

Migración amenaza población que habita volcán en Ecuador

Por Nelson Bocanegra

PICHINCHA, Ecuador (Reuters/EP) - Desde arriba los diversos cultivos se ven como una colcha de retazos tejida por alguna de las indígenas que habitaron esta región y, con bastante esfuerzo, se alcanzan a divisar personas que parecen diminutas hormigas.

La pintoresca imagen no tendría nada de raro si no se tratara del interior del cráter del volcán Pululahua, empotrado a 2.800 metros de altura en los Andes del Ecuador y uno de los pocos habitados en el mundo, que pese a no haber erupcionado en más de 2.000 años, de vez en cuando se hace sentir.

La población de San Isidro, conformada por alrededor de un centenar de personas, ha logrado sobrevivir al temor de perecer en un baño de lava en un inesperado despertar del gigante de su milenario sueño, pero parece condenada a sucumbir a un enemigo más silencioso.

La comunidad, que existe desde hace cientos de años, ha visto disminuir en el último par de décadas el número de habitantes, producto de la migración de los jóvenes hacia las ciudades para estudiar, pero que deslumbrados por el dinero y por otras oportunidades de empleo diferentes a trabajar la tierra no retornan a la montaña.

Muestra de ello es que escasamente un 10 por ciento de la población total son niños, quienes reciben los primeros años de educación en una pequeña escuela primaria al interior del cráter.

"Yo tengo cuatro hijos, ellos nacieron aquí pero enseguida se fueron a estudiar y después se quedaron allá trabajando. Ahora vienen muy de repente a pasear, se dan una vuelta y cogen otra vez rumbo, se van", dijo Abdón Chipantasig, un campesino de 65 años, baja estatura y rasgos indígenas, cuyos ancestros nacieron y murieron en el poblado.

ATRACCION TURISTICA

Los terrenos de Chipantasig limitan con "El Chivo", uno de los tres gigantescos domos de lava volcánica que quedaron como muestra de la última erupción del Pululahua -que en lengua quichua significa nube de agua-, hace 2.400 años y a la que se atribuye la desaparición de gran parte de la cultura Cotocollao, los primeros habitantes del Ecuador.

Debido a la migración varias propiedades dentro de la caldera del volcán, con un diámetro de unos 4 kilómetros, están abandonadas y otras han sido adquiridas por nacionales y extranjeros, que las ven como una oportunidad de negocio para turismo.

El Pululahua queda a pocos kilómetros de la Mitad del Mundo y de Quito, la capital del Ecuador.

"Muchas casas están abandonadas porque sus dueños fallecieron, los que quedan son gente de 75, 80, 85 años y ya cultiva un pedacito muy pequeño para el consumo de ellos y no tienen las fuerzas para cultivar las 4 o 5 hectáreas que cada uno tiene", explicó Rolando Vera, un reconocido atleta que ganó en cuatro ocasiones la carrera de San Silvestre.

Vera compró una de las propiedades dentro del cráter hace 14 años, pero sólo hasta hace tres la convirtió en un hostal con capacidad para albergar 10 turistas, especialmente provenientes de Europa, que vienen atraídos por la aventura de conocer las entrañas del volcán.

Pese a que según el Instituto Geofísico del Ecuador, en los últimos monitoreos realizados entre el 2002 y el 2004 a la montaña no se observaron "anomalías térmicas claras", entre los habitantes aún se mantiene el recuerdo de algunos eventos que causaron susto.

A eso se sumó a partir de finales de la década pasada la reactivación de la actividad volcánica en la zona, en los activos Pichincha, Tungurahua y Reventador.

Los pobladores interpretan como vestigios de actividad sus aguas termales, que cambiaron de dirección tras un sismo hace algunos años, y los "rugidos" que se escucharon hace tres décadas y obligaron a algunos a cambiar de lugar sus casas.

"Eso hizo un movimiento, días antes sonaba, parecían unos cañonazos, como si alguien estuviera disparando unos cañonazos", relató Chipantasig, mientras señalaba en horizonte con sus manos curtidas por el trabajo agrícola.

Aunque en el pasado el campesino, de sombrero negro y corto bigote, acarició la idea de vender su propiedad, sus planes cambiaron luego de que su esposa murió el año pasado de manera inesperada.

"Ahora estoy sólo y amo mi tierra. (...) Yo voy a estar aquí hasta cuando deje de existir el volcán o yo", concluyó mientras se acercaba a su burro "Jalisco".