Actualizado 12/07/2009 20:01

Moderna versión húngara del "Anillo" atrae a wagnerianos

Por Michael Roddy

BUDAPEST (Reuters/EP) - La vida está llena de opciones, pero pocas son tan opuestas como éstas: en un día soleado, ¿preferiría dar una caminata a lo largo del río Danubio o sentarse cinco horas en un recinto oscuro escuchando a una corpulenta soprano cantar Wagner a todo pulmón?

Para Harald Blumauer, de 66 años, un ejecutivo retirado de Viena, y para decenas de miles de personas de todo el mundo cómo él, no es una decisión difícil: ellos elijen la ópera.

"Siempre es una nueva aventura", dijo Blumauer, quien ha visto 10 versiones del ciclo de cuatro óperas del compositor alemán Richard Wagner, además de innumerables óperas individuales, antes de sentarse a ver un nuevo ciclo del "Anillo" en una producción de Budapest.

"Has encontrado a un verdadero experto en Wagner", dijo amablemente su esposa Christa, al explicar la pasión de su esposo durante un intervalo en la Sala de Conciertos Bela Bartok de la capital húngara, junto al Danubio. "El va a la ópera a menudo, a veces a ver sólo un acto", agregó.

¿Por qué la gente recorre el mundo como Wotan, el personaje de Wagner que es un dios itinerante, en busca del "Anillo" perfecto?

Tal vez es similar a lo que lleva a turistas del "Código Da Vinci" a curiosear por iglesias y museos siguiendo las huellas de Robert Langdon, el profesor de simbología ficticio del novelista Dan Brown.

O quizás es como los fanáticos de Greatful Dead quienes, según cuentan, asistieron a cada concierto que la banda de San Francisco ofreció en su historia.

Para el director Adam Fischer, de 59 años, la fuerza que lo guía tras el "Anillo" de Budapest, es simplemente su gran drama y música, por lo que cada vez que se monta un nuevo espectáculo, el público asistirá desde todas partes.

"SI ES ABURRIDA, ES NUESTRA CULPA"

"Esta música es muy emocionante e intensa y si es aburrida -porque uno pensaría que 15 horas son aburridas- entonces es nuestra culpa", dijo Fischer a Reuters en una entrevista.

Fischer ha dirigido el ciclo tres veces en Bayreuth, Alemania, el templo sagrado de Wagner que el compositor construyó especialmente para montar sus óperas, por lo que consigue cantantes de Bayreuth para trabajar en una producción que adopta un enfoque muy particular.

"Existe una expresión en alemán, 'spar flamme' o 'ahorrar llama'. Nosotros no ahorramos llama aquí", dijo Fischer.

La música tiene el lugar principal en esta puesta, que cumple su segundo año en una nueva sala con una acústica para actuación "en vivo" en la que cada palabra y nota se distinguen claramente y a menudo muy fuerte.

Aunque tiene más de un siglo de antigüedad, Fischer ve al "Anillo" como una fábula de nuestros tiempos.

"Se trata de demasiado dinero prestado, es la misma historia", dijo refiriéndose a la trama sobre la caída de los dioses, cuando éstos consiguen gigantes para construir un nuevo palacio que el dios supremo Wotan paga con oro robado del Rin.

"Hay una expresión en húngaro que significa 'construir una casa que ni los dioses pueden costear'. Eso ocurre, y eso es lo que todos tienen en este país", añadió Fischer.

Hungría se ha visto muy afectada por la crisis financiera internacional y se espera que su economía se contraiga casi un siete por ciento este año.

Aunque es judío, Fischer no se siente conflictuado por el bien documentado antisemitismo de Wagner y señala que algunos de los mayores impulsores del compositor son directores judíos. "De modo que es música judía", dijo riéndose.

BAILARINES, MARIONETAS Y VIDEO

El director de escenografía austríaco, Hartmut Schorghofer, de 45 años, reinterpreta la obra para una sala de conciertos con un escenario mucho más pequeño y menos versátil que el de una sala de ópera, haciendo un gran uso de imágenes en video y otros efectos modernos.

"Para hacer de esto un teatro completo, tenemos cantantes, tenemos bailarines, tenemos marionetas, tenemos video -tenemos todo esto en escena, pero en un espacio realmente concentrado", sostuvo.

De esta manera se busca atraer a una generación acostumbrada a las pantallas de video y posiblemente familiarizada con las marionetas utilizadas en musicales como "The Lion King", pero dando al mismo tiempo un lugar de honor a la música y al canto.

"Lo que hacemos es 'kammerspiel'. Es cómo trabajo de cámara. Estás realmente cerca de los cantantes y ellos están como si estuviesen desnudos en escena porque no tienen dónde esconderse", dijo Schorghofer.

¿Acaso esto funciona para el público, los verdaderos "dioses" de la ópera?

No para Sophia Zubor, de 17 años, de la ciudad de Szombathely al oeste de Hungría, quien asistió junto a sus compañeros de escuela secundaria -el grupo etáreo al que estaba dirigido el espectáculo-.

"La puesta era rara, quizás demasiado moderna. La música es bastante buena pero hubiese preferido algo más simple, con vestuario tradicional", dijo la joven.

¿Y qué hay de la generación mayor, la cual podría sentirse ahuyentada por las imágenes en video y las marionetas?

"Es la primera vez que la veo y es una belleza absoluta. La música eleva el espíritu", dijo Balint Denes, de 74 años, quien huyó de Hungría después de su fallida revolución contra el dominio soviético en 1956 y se instaló en Tucson, Arizona, donde trabajó para el Bank of America hasta jubilarse.

"Esta fue una experiencia de vida", agregó.