Actualizado 08/03/2017 13:58

Las mujeres comuneras de Perú reclaman "voz y voto" en las decisiones sobre las tierras

Mujer campesina en Perú
SER / MANOS UNIDAS

El machismo imperante aún en las comunidades agrícolas impide un mayor papel de las mujeres, según una activista

MADRID, 8 (EUROPA PRESS)

   El número de mujeres propietarias de parcelas agrícolas se ha duplicado en Perú en las últimas tres décadas, si bien la superficie que controlan es muy inferior a la que está en manos de los hombres y en el caso de las propiedades comunales su participación en la toma de decisiones sigue siendo muy inferior, principalmente como resultado del "machismo" que sigue imperando en el país.

   Esa es la opinión de Raquel Reynoso Rosales, presidenta de la asociación de Servicios Educativos Rurales (SER) que trabaja junto con Manos Unidas para sensibilizar sobre la necesidad de una participación en pie de igualdad de las mujeres en las decisiones relativas a las tierras que ellas mismas cultivan.

   Según explica en una entrevista a Europa Press, aunque el número de mujeres que poseen tierras de cultivo a título particular se ha duplicado entre 1994 y 2012, entre otras cosas por la migración de los hombres en busca de otras oportunidades laborales y en el caso de las zonas andinas por el conflicto armado entre 1980 y 2000, muchas de ellas no tienen un título de propiedad como tal o si lo tienen no está registrado.

   En el caso de las propiedades comunales, aunque las mujeres posean tierras de cultivo no se les da "voz y voto" en las asambleas comunitarias en las que se toman las decisiones sobre el uso de estas tierras, ya que son los hombres los que siguen teniendo la voz cantante, precisa la presidenta de la asociación peruana.

   Y esto es así, se lamenta Reynoso, pese a que en Perú existe una Ley de Igualdad de Oportunidades. Las autoridades no lo ven prioritario y consideran que "se trata de un tema interno de las comunidades", por lo que en la práctica se ha seguido favoreciendo a los hombres en el acceso a cargos directivos y de toma de decisiones.

MACHISMO PERSISTENTE

   A nivel de las propias comunidades, "una de las principales barreras es el machismo que aún persiste", defiende la activista. "Los varones se resisten al cambio, lo cual se refleja en el hostigamiento, las burlas y el constante cuestionamiento a las capacidades femeninas para que asuman cargos comunales", denuncia, precisando que "esto suele generar temor en las mujeres y las desmotiva para asumir los cargos".

   Frente a ello, el acceso de mujeres a estos cargos de responsabilidad no solo motivaría a otras a seguir sus pasos sino que "también serviría para que las mujeres puedan poner en la agenda comunal su problemática y plantear alternativas de solución", sostiene Reynoso.

   "La participación de las mujeres es clave, porque son ellas las encargadas de preservar las semillas, las plantas medicinales, las costumbres, tradiciones, su cultura, pero al estar la decisión sobre el uso del territorio y los recursos sólo en manos de varones, se pone en riesgo esta continuidad", advierte la presidenta de SER.

   Ante esta situación, SER junto con Manos Unidas y con apoyo de la Junta de Andalucía está llevando a cabo el proyecto 'Mujeres indígenas y jóvenes ayacuchanas empoderadas ejerciendo sus derechos son protagonistas de los procesos de la región', en el que trabajan con diez comunidades campesinas mediante jornadas de sensibilización sobre la importancia de la participación igualitaria en la gestión comunal y también con capacitación en materia de Derechos Humanos, liderazgo, derecho de la tierra y negociación.

ES POSIBLE LOGRAR CAMBIOS

   El proyecto ha logrado "avances significativos, lo cual demuestra que sí es posible lograr cambios a nivel de las comunidades", afirma Reynoso. Durante su primer año, en siete de las diez comunidades en las que se trabaja se ha logrado "modificar los estatutos, incorporándose a las mujeres como comuneras calificadas con derecho a voz y voto", precisa.

   "El reto que tenemos ahora es apoyar a estas dirigentes comunales para que puedan realizar una buena gestión comunal", explica la presidenta de SER, incidiendo en que también constituye un reto el que sus familias modifiquen el reparto de las tareas domésticas para que éstas "no se vean sobrecargadas con sus tareas como madres y como dirigentes".

   Reynoso confía en que en el futuro "sean las propias dirigentes las que continúen en esta tarea de involucrar a más mujeres como dirigentes y como comuneras calificadas, que sean capaces de elaborar propuestas para mejorar su situación y las presenten a las autoridades locales para que se involucren más en la problemática de la mujer rural".