Actualizado 28/06/2009 18:47

Muros favelas generan sospechas en dividido Río Janeiro

Por Ana Nicolaci da Costa

RIO DE JANEIRO (Reuters/EP) - Cuando los residentes de la gigantesca favela Rocinha en Río de Janeiro se enteraron de los planes del Gobierno de levantar un muro alrededor de partes de su comunidad, la oposición a la idea creció rápidamente.

El muro sería una "eco barrera" que apunta a reducir la irrestricta expansión de las favelas hacia la exuberante selva tropical de Río, según les dijeron funcionarios estatales.

Pero en esta ciudad brasileña, empañada por la desigualdad y la violencia y profundamente dividida entre los habitantes de las favelas de las colinas y los residentes de la clase media, muchos en Rocinha vieron algo más siniestro en el plan del muro de tres metros de alto.

"El muro representa un gueto, el apartheid, el final de la comunicación entre las personas, así que comenzamos a luchar contra el muro", dijo Antonio Ferreira de Mello, el líder de la asociación de residentes de Rocinha. "Hay otros modos de impedir el crecimiento de las favelas hacia la selva".

La feroz oposición en Rocinha forzó a los funcionarios a reducir el muro previsto, pero hay planes de construir más de 14 kilómetros de pared en torno a esta y las otras 12 favelas identificadas como peligrosas para las selvas cercanas.

Las obras en una sección comenzaron en marzo, y hasta ahora se han completado unos pocos cientos de metros.

Los críticos han trazado paralelos con los muros de Berlín y el de Israel y los territorios palestinos, diciendo que es el último paso en una política de seguridad que criminaliza a los habitantes de las villas, que constituyen aproximadamente un quinto de los 6 millones de habitantes de Río.

El Secretario de Derechos Humanos de Brasil, Paulo Vannuchi, dijo que "la idea de un muro nunca es una buena".

Algunos sostienen que las preocupaciones ambientales están enmascarando la agenda del Gobierno en materia de seguridad y una falta de una política coherente para contener la rápida expansión de las favelas de Río en los últimos años.

La población de las villas de Río creció casi un cuarto desde 1991 a poco más de 1 millón de personas en 2000, según mostraron los datos más recientes de la oficina nacional de estadísticas, IBGE.

"Los problemas fundamentales de estas comunidades nunca se resolverán con muros. Por el contrario, dichos problemas solo se resolverán con la integración de la villa a la ciudad", dijo Jorge Luiz Barbosa, un profesor de la Universidad Federal Fluminense quien también dirige un grupo de apoyo a la favela.

¿OBJETIVOS OCULTOS?

Muchos de los cientos de villas de Río están controladas por las pandillas de narcotraficantes fuertemente armadas que las han aislado más aún del resto de la ciudad. A pesar de las incursiones regulares y violentas sobre las favelas, la policía no ha logrado ponerlas bajo un control total.

La exuberante vegetación de la ciudad a veces es usada por pandillas como refugio y terreno de entrenamiento, algo que redobla las sospechas de que la seguridad es la principal razón de los muros.

Las recomendaciones de algunos funcionarios en 2004 de construir muros por motivos de seguridad provocaron protestas generalizadas.

La elección de la ubicación de los muros también ha llamado la atención. De las 13 comunidades, 12 se encuentran en el adinerado distrito sur, donde están las casas más ostentosas, restaurantes y sus famosas playas. En la zona oeste hay planes de muros para una sola comunidad, aunque algunos analistas dicen que esas villas están creciendo a un ritmo aún mayor.

"Todo esto contribuyó al menos a la sospecha de que existe una agenda en materia de seguridad pública que dista mucho de la agenda ambiental", dijo Ignacio Cano, sociólogo y profesor de la Universidad del Estado de Río de Janeiro.

Los funcionarios están interesados en mejorar la imagen indisciplinada de Río y atender sus problemas criminales mientras se prepara para ser la sede de la Copa del Mundo del fútbol en el 2014 y lucha por organizar los Juegos Olímpicos del 2016.

Pero ellos insisten en que los muros están dirigidos solamente a proteger la selva, que para el 2008 se había reducido un 18 por ciento respecto de su tamaño original, según el grupo ambiental SOS Mata Atlántica.

Las comparaciones con Berlín o Israel son ridículas, dicen.

"Nunca hubo intención alguna de poner a nadie en un gueto o de aislar. Eso no ocurre", dijo Icaro Moreno Junior, director de la compañía de obras públicas del Estado de Río.

"La función es definir los límites. Hasta aquí puedes expandirte, más allá está la selva", agregó.

ESCASEZ DE VIVIENDA

Los expertos dicen que el problema de raíz es la severa escasez de vivienda que afecta a Río y a todo Brasil.

Bajo el programa insignia del gobierno en materia de infraestructura, conocido por las siglas PAC en portugués, las autoridades federales planean construir unas 3.616 casas en cuatro villas de Río.

El Gobierno también anunció en marzo un plan de vivienda por 34.000 millones de reales (17.300 millones de dólares) para familias de bajos ingresos en el país, apuntando a construir un millón de casas para el 2011.

Los críticos señalan que esto no es solución en un país con un déficit de 7,2 millones de viviendas y una población estimada en más de 190 millones de habitantes, en comparación con los 169,9 millones que había en el 2000.

"No hemos tenido una política de vivienda en Río durante décadas. La inclusión social necesita un nivel de inversión económica, social y política que no existe hoy en día. También tenemos un sistema político en el cual estas villas no están representadas", dijo Cano.

Los críticos dicen que el estudio de ideas junto a los residentes podría haber suministrado alternativas para la determinación de los denominados eco-límites con muros. Después de conversar con funcionarios, la villa Rocinha planea trazar algunos de los límites con senderos y un parque.

Pese a las críticas de grupos no gubernamentales y algunos residentes, otros habitantes de las villas han recibido con brazos abiertos los muros y la inusual atención oficial.

Neuza Maria Alves, residente de la favela Doña Marta, se quejó de que el muro le obstaculizaría el acceso a las hierbas y frutas de la selva, pero dijo que sería algo bueno si impide que más gente se mude a su barrio.

"Solo sería socialmente aislante si levantan muros (sobre las calles) que bloquearan el acceso a las villas", dijo esta ama de casa de 56 años frente a su choza de madera.