Actualizado 31/03/2017 01:30

La orden Templo del Pueblo, historia de la mayor masacre sectaria de Iberoamérica

   MADRID, 18 Nov. (Notimérica) -

Casi 40 años después del terrible suceso acontecido en Jonestown, Guyana, sigue siendo imposible explicar cómo más de 900 personas se suicidaron por un supuesto 'acto revolucionario' propuesto por su líder, el religioso estadounidense Jim Jones, que fundó la secta Templo del Pueblo.

   Durante el sábado del 18 de noviembre de 1978, en la comunidad de Jonestown --creada para el albergue de estos seguidores con la intención de ser un proyecto comunitario-- 909 miembros de la organización se tomaron conjuntamente frascos de cianuro.

   La catástrofe se remonta al año 1955, cuando Jim Jones fundaba en su ciudad natal, Indianápolis, la organización religiosa 'Templo del Pueblo' con la idea de comulgar con el ideal socialista. En un principio, el grupo comenzó a ayudar a pobres y marginados a través de un centro social, con comedor gratuito y un orfanato.

   Las bases de esta orden se fundamentaban en la eliminación de la segregación racial presente en Estados Unidos por aquel entonces, acogiendo a la población negra de la ciudad. De alguna forma, quería crear una comunidad aislada del resto de la sociedad, por lo que pronto inició un plan para llevarla a cabo.

   En 1965, el carismático líder decidió trasladar la sede de la organización a Ukiah, en California, con la idea de crear un centro agrario autárquico basado en el comunismo. De hecho, unos años antes se había unido al Partido Comunista de los Estados Unidos, algo que le llevó a protagonizar varias pugnas con otras denominaciones religiosas.

    Esto no le impidió que, en los años 60, rechazara la Biblia y se proclamara a él mismo como una divinidad, casi al mismo nivel que Jesucristo. Para poder compararse a este, decidió trasladar su 'cuartel' a San Francisco, debido a que la otra ciudad dificultaba sus labores de captación.

   Lo hizo en 1974, cumpliendo con su objetivo y reuniendo a miles de seguidores. Con su capacidad de persuasión y sugestión, los convencía de que él era un salvador, venido a la Tierra para luchar contra el racismo, la diferencia de clases y el holocausto nuclear.

   Fue precisamente el temor a un ataque nuclear contra Estados Unidos lo que le llevó un año más tarde a trasladar su utópica sociedad a Guyana, fronteriza con Venezuela. En la nueva sede sudamericana, bautizada como Jonestown, podrían convivir diferentes etnias en armonía bajo los principios de Karl Marx, recitados por 'El Padre', como Jones quería que lo denominasen.

   De esta forma, el líder podía alejarse de las denuncias de la prensa sobre la explotación laboral de sus seguidores, quienes sufrían graves episodios violentos e indiscriminadas vejaciones y amenazas si tenían la intención de abandonar el grupo sectario. La opinión pública estadounidense sumó un obstáculo crítico para su futuro y definitivo traslado.

   Jones arrendó al gobierno de Guyana unos 12 kilómetros cuadrados para crear el 'paraíso socialista', donde se construyeron casas para poblar el supuesto proyecto utópico. "Jonestown es un lugar dedicado a vivir por el socialismo, por la equidad económica y racial. Estamos viviendo de una forma común increíble", se escucha en una de sus grabaciones recuperadas por el FBI durante la investigación de los hechos.

   Sin embargo, la nueva 'tierra prometida' se había convertido en un campo de concentración donde sus residentes trabajaban casi 10 horas al día, seis días a la semana. Las altas temperaturas --que rozaban los 40 grados-- junto con la escasa variedad alimenticia, basada en legumbres y arroz, agravó la situación ante un 'Padre' que poco se interesaba por sus fieles y disfrutaba de otros manjares como la carne.

   En febrero de 1978, la mitad de la comunidad padecía problemas médicos tales como diarrea grave y fiebres altas. Además, a los indisciplinados se les encerraba en cajas de madera y les drogaba si hacían el amago de escapar. También, había guardias armados patrullando día y noche, algo que no hacía sino sumar el aislamiento de cientos de personas que no tenían ningún tipo de acceso a la radio u otros medios de comunicación.

   La gente de los alrededores, relataron historias de horror sobre duras palizas y un 'hoyo de tortura', un pozo en donde Jones hacía que tiraran a los niños que no se comportaban. Por otra parte, se llegó a declarar que los infantes eran amarrados desnudos para proceder a descargas eléctricas.

NOCHES BLANCAS

   Según la BBC y de acuerdo a las investigaciones del FBI, Jones creó lo que se llamaron las 'noches blancas', en las que se simulaban suicidios con cianuro y otras sustancias. Fomentando la paranoia entre sus fieles, comenzó a difundir la idea de que existía una amenaza de invasión y de que los miembros de la CIA eran unos traidores que intentaban acabar con su sueño.

   "Durante estas noches blancas, Jones les daba a los miembros de Jonestown cuatro opciones: huir a la Unión Soviética, cometer un 'suicidio revolucionario', quedarse en Jonestown para luchar contra los invasores o huir hacia la selva", reveló el informe del FBI.

    Al borde de la paranoia, una o dos veces por mes impulsaba a sus adeptos a realizar, como pruebas de lealtad, simulacros de suicidios masivos, que incluían la ingesta de falsas pociones de veneno y fueron calificadas como verdaderos 'lavados de cerebro'.

INVESTIGACIÓN DE LEO RYAN

   Esta situación llegó a los oídos del congresista de California Leo Ryan, quien acudió el 14 de noviembre de 1978 a la comunidad con un grupo personas para investigar las acusaciones de fraude, lavado de cerebro, encarcelación y tráfico de drogas y armas que pesaban sobre el Templo del Pueblo.

   Entre la comitiva se encontraban periodistas, desertores de la secta, familiares de algunos miembros y una delegación del Congreso. Tres días después de su llegada, el grupo participó en una reunión tranquila y coordial con 'el Padre'.

   Todo se torció cuando varios miembros solicitaron irse con el político a Estados Unidos, quien los había invitado a exiliarse de la secta. Algunos de los integrantes de la orden aceptaron la propuesta pero de camino al aeropuerto, estos abrieron fuego contra Ryan y los periodistas, asesinando a todos los presentes.

EL SUICIDIO

   Poco después de la salida de este grupo, Jones reunió a todos los integrantes del Templo y les invitó a hacer una 'revolución de muerte' ante las amenazas reales del exterior. "Por el amor de Dios, ha llegado el momento de terminar con esto. Hemos vivido como nadie en el mundo ha vivido y amado, acabemos de una vez con la agonía", comenta 'El Padre' en las grabaciones rescatadas.

   Por tanto, algunos miembros del personal de Jonestown, entre ellos, varias enfermeras, comenzaron a repartir a los fieles seguidores frascos de cianuro que, en fila india, las recogían dispuestos a llevar a cabo su macabra revolución suicida.

   Las últimas palabras de Jones reflejan su ira y desesperación para que los más de 900 hombres, mujeres y niños (casi 300) se apresuraran a consumir el veneno. En el caso de los más pequeños, se habla de homicidio masivo debido a que muchos de ellos lo ingirieron mezclado con otras bebidas y les inyectaron el cianuro.

   No obstante, cabe destacar que la causa de la muerte del líder no fue el veneno, sino un impacto de una escopeta. Su cuerpo fue encontrado con una bala en la cabeza y se desconoce si fue autoinflingida por él mismo o si obligó a otra persona a dispararle. Tan sólo 11 personas sobrevivieron a este suicidio.

   El "mayor suicidio colectivo de la historia", lo calificaron los medios que cubrieron la tragedia. Para otros, como Laura Johnston Kohl -una de las sobrevivientes de la masacre-, se trató de un crimen mucho más grave. "No fue un suicidio masivo. La gente no dijo 'quiero hacerlo'. Fue un asesinato en masa", aseguró a BBC. Sin embargo para el propio Jones, no se trató de un suicidio ni de un asesinato, sino de un 'acto revolucionario'.