Actualizado 03/05/2015 17:22

Pareja de argentinos recorre Suramérica en un viejo Ford

Guillermina y Leonardo viajan por Suramérica en un ford
Foto: JULIAN DAVID SIERRA/ COLPRENSA

PEREIRA, 3 May. (Colprensa/Notimérica) -

   Guillermina y Leonardo, son dos argentinos enamorados que viajan desde hace dos años por toda Suramérica a bordo de una casa rodante que adquirieron para emprender su viaje en un tiempo al que no le tienen fecha de vencimiento.

   Ella dejó atrás su desempeño como profesora y él dejó su trabajo como diseñador gráfico. Ahora los dos con sus manos se dedican día a día a fabricar artesanías sin cumplir horarios o trabajar bajo presión.

   "Es cierto que tenemos otra forma de vida, pero trabajamos y hacemos lo mismo que todo el mundo; comemos si tenemos hambre, dormimos si tenemos sueño, la única diferencia es que no lo hacemos todo siempre en el mismo lugar y con los mismos jefes, sino que un día nos decidimos a hacerlo por nuestra propia cuenta y conociendo distintos lugares", indica Leonardo.

   Para ellos lo más valioso que han aprendido durante el tiempo que llevan transcurrido de su travesía, es conocer gente tan amable, que incluso les sorprende que sean así con un extraño, con un turista y muchas veces no con su propio vecino.

   "En todo este tiempo nos hemos llevado un aprendizaje interior de poder encontrar la forma de estar abiertos a lo malo y a lo lindo porque todo es aprendizaje, pero lo más es poder compartir con la gente. La calidad de la gente es asombrosa, sobre todo la gente del campo. Ellos son muy generosos, muy amables, y eso nos pone a pesar, y a reflexionar: qué bueno que todo el tiempo la gente fuera así, no solo con el extranjero sino con su vecino, con el que comparte día a día", comenta Guillermina.

DÍA A DÍA

Un colchón para dos personas, un pequeño baño, una cocinita con lavaplatos, una nevera que funciona a gas y sus herramientas para hacer lindos collares, pulseras, dijes y aritos, los acompañan cada día.

   "Vivimos cada día sin tener funciones específicas, todo depende de donde estemos. No tenemos televisión por ejemplo, porque para eso tenemos los paisajes que nos acompañan cada día, leemos, escuchamos música, y conversamos mucho más. Siempre tratamos de quedarnos a dormir en pueblos pequeños en veredas, porque el ambiente es mucho más tranquilo. En las ciudades la gente es mucho más caótica, más paranoica, entonces por eso lo preferimos y así parás, trabajás, juntás para el combustible y seguís", comenta Guillermina.