Actualizado 30/03/2017 08:33

Pobreza y desigualdad, fenómenos que persisten en las zonas rurales de Iberoamérica

   MADRID, 29 Oct. (Notimérica) -

   Durante los últimos años la Oficina Regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para América Latina y el Caribe ha buscado comprender por qué las positivas cifras de crecimiento que ha exhibido la agricultura en la región no se traspasan --al menos no en la misma medida y al mismo ritmo-- a los diversos sectores sociales y productivos del mundo rural.

   La agricultura familiar, los trabajadores asalariados rurales, las mujeres, los jóvenes, los pueblos indígenas y en general toda una diversidad de personas y comunidades, a pesar de ser partícipes de la economía rural, no logran los ingresos suficientes para satisfacer sus necesidades principales. Dicho de otro modo, se trata de entender por qué en las zonas rurales de la región la pobreza y la desigualdad son fenómenos tan extendidos como persistentes.

   En Iberoamérica la pobreza es percibida mayoritariamente como un problema urbano, ya que el 70 por ciento de la población vive en las ciudades. Sin embargo, la pobreza afecta a un alto porcentaje de personas en las áreas rurales. Es decir, un 30 por ciento de la población de este continente está expuesta a la pobreza rural.

   Existen diferentes causas que pueden explicar el fenómeno de la pobreza y desigualdad en las zonas rurales: un sistema desigual de distribución de las tierras, un acceso inadecuado a la información, la ausencia de reformas agrarias, la inestabilidad política y los conflictos civiles, la alta concentración de la propiedad agrícola y la corrupción.

   La pobreza normalmente se vincula con el ingreso medio de una sociedad y la desigualdad con la distribución de ésta. No existe una relación lineal entre ambos. Por ello pueden existir países pobres muy desiguales, pero también países de ingresos medianos o de altos ingresos, como Brasil o Estados Unidos, con altos niveles de desigualdad.

   En la actualidad, entre los países con mayores niveles de pobreza rural destacan Honduras, Guatemala, Nicaragua, Bolivia y Paraguay, según la Comisión Económica para América Latina de Naciones Unidas (CEPAL). Si se analizan los datos por regiones y no por países, se puede deducir que los más pobres del continente latinoamericano viven en remotas comunidades andinas de Bolivia, Perú y Ecuador.

   En el caso de Honduras, según el Banco Mundial (BM) este país tiene un 64,5 por ciento de la población en situación de pobreza y un 42,6 por ciento en extrema pobreza (menos de 2,5 dólares al día). Del mismo modo, el BM ha establecido que Guatemala consiguió una reducción de la pobreza del cinco por ciento a principios de este siglo, pero para 2011 los índices volvieron a subir hasta llegar al 53,7 por ciento con una situación particularmente difícil en casi la mitad de los municipios rurales, donde ocho de cada diez personas son pobres.

   Entre los países latinoamericanos de ingresos medio y altos, Colombia se encuentra en primer lugar en niveles de desigualdad, apenas unos puntos por debajo de Honduras. En Colombia el diez por ciento de la población más rica del país gana cuatro veces más que el 40 por ciento más pobre.

MUJERES E INDÍGENAS

   La pobreza rural, como la pobreza en general, en cuanto fenómeno social inserto en las condiciones de desigualdad que caracterizan a las sociedades de América Latina y el Caribe, afecta más a ciertos grupos que a otros, que por diversas razones, especialmente culturales, se ven sometidos a diversas formas de discriminación. Es el caso particular de las mujeres y los pueblos indígenas.

   Existen elementos objetivos que inducen a pensar que la condición de mujer constituye un factor discriminatorio, como por ejemplo la condición desmedrada en los mercados laborales, su acceso limitado a los activos agrícolas (tierra y capital) y la alta proporción de trabajo no remunerado que realizan, todo lo cual constituye desventajas económicas y mayores niveles de inseguridad y vulnerabilidad.

   La situación de exclusión en el caso de los pueblos indígenas es tal vez aún más acentuada, debido a las múltiples formas de discriminación y violación de derechos a la que están sometidos. De ahí que los niveles de pobreza y extrema pobreza entre la población indígena en América Latina sean significativamente mayores que los del resto de la población.

MEDIDAS

   En Brasil, el Fondo de Asistencia y Previsión del Trabajador Rural (FUNFURAL) --sistema previsional rural de Brasil-- atiende a seis millones de beneficiarios en el sector rural, con una inversión de aproximadamente 750 millones de dólares al mes, cerca del 1,2 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB).

   De igual modo, Colombia ha diseñado un plan para luchar contra la pobreza en el campo, que incluye la construcción de viviendas rurales, escuelas agrícolas y acceso a créditos. En Bolivia, el Proyecto de Alianzas Rurales (PAR) del BM tiene desde 2005 el objetivo de mejorar el acceso de los pequeños productores rurales a los mercados a través de un modelo de alianzas productivas con el comprador. La idea principal es garantizar la sostenibilidad en diversos sectores.

   A pesar de las variaciones de los ciclos económicos de la región y de los cambios políticos, que están cerrando ciclos de izquierdas en países como Brasil y Argentina, se puede afirmar que América Latina y Caribe están a la vanguardia de la lucha mundial contra el hambre.