Actualizado 09/08/2009 20:18

Sequía deja estragos en esfuerzos de recuperación Irak

Por Missy Ryan

YUSUFIYA, Irak (Reuters/EP) - Lo que se conocía históricamente como la medialuna fértil, donde exuberantes tierras de cultivo y abundante agua dieron comienzo a la civilización, es hoy en día un polvoriento desierto donde los ríos Tigris y Eufrates se arrastran lentamente hacia el mar.

Vastas extensiones de tierras de labranza iraquíes se encuentran agrietadas y estériles, preciados pantanos están secos y las tormentas de arena tapan al sol.

Incluso el "Río Saddam", el sistema de drenaje insignia que Saddam Hussein lanzó en la década de 1980 para restituirle a Irak su antigua gloria agrícola, ha devenido en un horrible arroyo verde que fluye muy por debajo de su nivel máximo de agua.

Tales son los síntomas del recrudecimiento de la escasez del agua, que amenaza con socavar los esfuerzos de Irak por reconstruir su economía después de seis años de guerra desatada por la invasión del 2003.

El agua es una materia prima tan preciada en el árido Oriente Medio que muchos expertos predicen guerras por el recurso en el futuro si no se encuentra una solución sustentable.

Las tensiones se intensificaron a comienzos de este mes cuando Turquía anunció que reiniciaría los trabajos de su controvertido plan de construir una represa hidroeléctrica sobre el Tigris, al sudeste del país.

Aduciendo estándares culturales y ambientales, sus garantes europeos reunieron apoyo para el proyecto de la represa Ilisu, una victoria temporal para Bagdad, pero Ankara está decidida a seguir adelante en su esfuerzo por dejar de importar energía.

"Esta no es una nueva crisis para Irak, pero esta vez es más seria que nunca antes", dijo Amro Hashim, un experto en economía de la Universidad Mustansiriya en Bagdad.

Los políticos iraquíes de inmediato culpan a los vecinos aguas arriba de Turquía, Irán y Siria por las represas y el mayor uso, pero los expertos dicen que los problemas de Irak además se originan en el fuerte crecimiento poblacional, la ineficiente irrigación y pocos incentivos por preservar el agua.

"Todo está ocurriendo simultáneamente. Es la urbanización, el cambio climático, la variabilidad del clima a corto plazo, la mayor demanda de alimentos", dijo David Molden, vice-director del Instituto Internacional de Administración del Agua en Sri Lanka.

"Irak es un lugar, pero no está solo en el mundo (...) Sí, siempre se puede culpar a los vecinos o al cambio climático pero en última instancia debemos cambiar el modo en que usamos el agua", señaló Molden.

Irak ahora se encuentra en su segundo año de profunda sequía, y el uso de las reservas el año pasado acarreó la peor escasez en una década, según dijeron funcionarios estadounidenses en Bagdad.

GRANJEROS AQUEJADOS

La sequía podría traer aparejada una de las peores cosechas de trigo de la década, a un mínimo de 1,35 millones de toneladas o la mitad de una cosecha normal, un dramático revés para una nación que fue proveedora regional de granos y ahora se encuentra entre los principales importadores de trigo.

No es sólo la falta de agua la que ha dejado tan anémica a la agricultura iraquí, dice Salah Faisal, un granjero que se preparaba para una cosecha menor en su granja al sur de Bagdad.

"En la década de 1980 fue la guerra con Irán, en la década de 1990 fue Kuwait y ahora son los estadounidenses. Hay entre 5 y 6 millones de mártires y el 70 por ciento de las personas de las zonas rurales han huido. ¿Qué puede esperarse?", preguntó Faisal, entrecerrando los ojos bajo el calor abrasador.

Los problemas para el sector agrícola, el que provee de más empleos pero que el petróleo hace lucir pequeño en producción económica, agudizan la situación de Irak.

La dependencia en la importación de alimentos, la despoblación del sector rural y el temor a que la juventud desempleada pueda ser reclutada como insurgentes son factores detrás de una iniciativa especial lanzada por el primer ministro Nuri al-Maliki para revivir la moribunda industria agrícola.

Sin embargo los resultados aparecerán lentamente mientras los funcionarios incitan a los granjeros para que abandonen prácticas como la irrigación por inundación, que con el tiempo ha elevado la salinidad del suelo y ha ayudado a hacer que la tierra de labranza sea menos fértil.

Ante la ausencia de drenajes adecuados, las vías fluviales de Irak son peligrosamente salinas. El nivel de salinidad del agua que fluye hacia Irak es de 400 partes por millón (ppm). Cuando llega al Golfo, eso ha aumentado a 2.000 ppm, según dijo el Ministerio de Agricultura.

Eso se compara con los cerca de 1.000 ppm del río Colorado en Estados Unidos en su aliviadero, dijo Molden. "La mayoría de los cultivos, excepto los cultivos más resistentes a la sal, bajarán su productividad según su potencial cuando son regados con este agua", añadió.

En Bagdad, los bancos de barro de los que brotan campos de juncos ahora se elevan por sobre el lento Tigris, lo que dista mucho de hace 20 años, cuando los niños en edad escolar nadaban en sus rápidas corrientes.

La escasez crónica pone en riesgo las reservas de agua potable y los servicios sanitarios y exacerban los problemas de salud pública.

Quejándose de la inacción del Gobierno, los legisladores votaron recientemente bloquear cualquier acuerdo con Irán, Siria o Turquía que no le garantice a Irak una mayor cuota de agua. Fue una medida ampliamente simbólica, pero que reflejó el profundo desafecto político.

"El Gobierno no tiene voluntad política. Necesita apalancar sus lazos con Estados Unidos para presionar a Turquía", dijo Jamal al-Bateekh, miembro del comité hídrico del Parlamento.

Los intentos por forzar la acción del Gobierno podrían socavar los esfuerzos de Maliki por mejorar las frágiles relaciones con Turquía, un socio comercial clave que a menudo ha estado enfrentado con Bagdad por los rebeldes kurdos en el norte de Irak.

Hay cada vez más quejas de funcionarios iraquíes como Oun Thiab Abdullah, el director de recursos hídricos de Irak, quien duda de las promesas turcas de garantizar un mínimo de 400 metros cúbicos de agua por segundo en el punto donde el Eufrates cruza de Turquía a Siria, antes de pasar hacia Irak.

Abdullah dijo que el caudal de agua del río en el punto de entrada había caído a principios de julio a unos 289 metros cúbicos por segundo.

"Le estamos dando en promedio 515 metros cúbicos por segundo a Siria. Esta cifra es consistente con nuestras obligaciones", dijo la semana pasada Taner Yildiz, ministro de Energía de Turquía.