Actualizado 17/02/2015 19:37

Un vertedero con toneladas de disfraces, la otra cara del Sambódromo

Disfraces tirados después del desfile de Río de Janeiro
Foto: NOTIMÉRICA
  

RÍO DE JANEIRO, 17 Feb. (Notimérica) -

   El brillo y la fantasía que deslumbran en el Sambódromo de Río de Janeiro son efímeros en muchos casos: nada más terminar de desfilar muchos de los componentes de las escuelas de samba abandonan sus disfraces en la calle, donde se forman montañas de colores que acaban llenando los camiones de la basura.

   Cada una de las treinta escuelas de samba que pasan por el Sambódromo tiene entre 3.000 y 5.000 componentes, son decenas de miles de personas desfilando cada día. Muchas de ellas llevan aparatosos disfraces, en ocasiones de varios metros cuadrados y con armazones metálicos, por lo que no son precisamente fáciles de guardar en casa.

   "Me gusta mucho, pero mi casa es muy pequeña. Si tuviera que guardar cada disfraz tendría que salir del piso", bromeaba Elisângela Maia. Y es que muchas personas incluso desfilan con varias escuelas. Muchas empiezan a elaborar los disfraces y las carrozas ya en el mes de junio, pero todo se consume en apenas una hora.

 Carnaval de Río de Janeiro

Teóricamente hay que guardar el disfraz unos días, porque en caso de que la escuela quede entre las seis primeras el sábado después de Carnaval de celebra el desfile de las campeonas. Se trata de una versión más libre e informal del mismo desfile, por lo que no hay problema en desfilar con el disfraz incompleto.

   Los trabajadores de la Comlurb, la empresa municipal de limpieza de Río de Janeiro, se toman de buen humor la tarea de lidiar con kilos y kilos de plumas, espuma y lentejuelas. "No es algo que hagamos cada día, en realidad es bastante gracioso", aseguraba Murilo.

   Junto al camión de la basura suele haber otros camiones y furgonetas que habilitan las propias escuelas de samba para recoger y guardar los disfraces. Incluso algunos avispados se acercan con su coche particular para llevarse algunos disfraces y después revenderlos. También hay quien prefiere quedarse con algún detalle de recuerdo y quienes rebuscan entre la basura para encontrar las piezas más caras, como las plumas de faisán.

   La cara más desconocida del Sambódromo da lugar a escenas surrealistas, como cuando el pasado domingo la gran acumulación de disfraces casi provoca una avalancha. Los integrantes de Vila Isabel abandonaron a toda prisa unos enormes ratones, que pronto colapsaron los accesos y obligaron a intervenir a los encargados de la 'dispersión'.

   Carnaval de Río de Janeiro