Actualizado 31/03/2017 00:17

Vulneradas, no vulnerables: la necesidad de empoderamiento económico de la mujer indígena

   MADRID, 17 Nov. (Notimérica) -

   El 10 por ciento de la población de América Latina y el Caribe es indígena. Dentro de este porcentaje, el 59 por ciento son mujeres, lo que equivale a 26 millones y medio de personas, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), un organismo dependiente de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

   Las mujeres indígenas, aún a pesar de ser una importante parte de la población de América Latina y el Caribe, sufren constantes situaciones discriminatorias por dos vertientes diferentes: ser indígenas y ser mujeres. Aunque no es así a nivel legal, esta exclusión se ve reflejada en el difícil acceso que tienen al poder político, ya desde el nivel local, o la dificultad que sufren para constituirse como motor económico propio.

   La directora del programa de Cooperación con Afrodescendientes de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrolla (AECID), Eva Buendía, trata el tema de la discriminación desde la perspectiva de que no son un colectivo vulnerable, sino vulnerado. Esta situación hace de la mujeres indígenas, según Buendía, un grupo dispuesto a "presentar su fuerza como motor de desarrollo" y que ha buscado soluciones a esta exclusión.

   Para impulsar su crecimiento, el Fondo Indígena ha creado un programa dirigido a la mujer indígena, con el fin de promover el acceso de estas mujeres a sus derechos, así como fortalecer su posición en el mundo sin dejar al lado sus particularidades sociales y culturales. Para conseguir estos objetivos, la prioridad es el empoderamiento económico de las mujeres indígenas, con el fin de que a través de esta independencia económica avancen hacia la autonomía, que las llevará a la participación política y la toma de decisiones.

   El Fondo Indígena es prácticamente la única institución que ha puesto el foco en la necesidad del empoderamiento económico de estas mujeres, un tema que ha sido dejado de lado por las políticas públicas de América Latina.

   Sobre esta necesidad de empoderamiento, el profesor de Derecho Internacional Público de la Universidad Carlos III de Madrid, Daniel Oliva, ha desagregado las barreras que se encuentran estas mujeres para emprender sus propios negocios: una falta de familiaridad con los conceptos empresariales, de gestión o con las nuevas tecnologías; un difícil acceso a la financiación, ya que los actores financieros tradicionales desconfían de su capacidad de devolución; políticas públicas centradas en otras cuestiones; una gran dificultad de acceso a los mercados, sobre todo nacionales e internaciones y esa doble discriminación que sufre este colectivo.

   La salida a esta situación de gran dificultad económica de las mujeres indígenas pasa por apostar por las economías interculturales que, sin olvidar las características identitarias de su mundo, puedan permitirles poner en marcha un proyecto. La economía colaborativa también es una opción por la que se están decantando muchas mujeres, asociándose entre ellas en forma de cooperativa para poder crecer.

UNA VISIÓN DIFERENTE

   "Una mujer empoderada está preparada frente a un sistema que destruye, que la subestima, puede defenderse realmente", afirma Otilia Lux de Cotí, una mujer maya guatemalteca, experta en derecho de las mujeres indígenas, asesora de la ONU y miembro del Programa Emblemático 'Mujer Indígena' del Fondo Indígena.

   La visión de Otilia para que la mujer indígena pueda actuar con independencia se basa en darle armas para el emprendimiento económico, para que, a partir de sus propios ingresos, accedan a su autonomía. Es imprescindible que este crecimiento económico vaya de la mano de sus conocimientos, tradiciones y sabiduría, así como de un uso respetable del medio ambiente.

   El empredimiento económico en zonas indígenas se aleja sobre manera de la concepción capitalista, basada en un único fin el crecimiento, una cosmovisión totalmente diferente a la del mundo indígena. Según su cultura, es necesario emprender económicamente, pero siempre sobre un uso racional de la naturaleza, asentado en la economía colaborativa en la que todos crecen por igual y mediante el respeto a las tradiciones. Esto es lo que las comunidades indígenas conocen como 'buen vivir'.

   Sobre el empoderamiento económico de la mujer indígena, Petrona Alvarado, también miembro del Programa emblemático 'Mujer Indígena' y emprendedora, asegura que "en pleno siglo XXI no puedes darte el lujo de sentarte a llorar, tenemos que salir y dar la cara".

   Sobre este espíritu emprendedor y de conciencia comunitaria, las mujeres indígenas comienzan a hacerse ver fuera del ámbito local, como un motor social que aporta un visión nueva de la economía, muy alejada del mundo capitalista que nos rodea, basado en el respeto, en el dar para luego recibir.